Más de 2,2 millones de gallegos y casi 1,8 millones de vascos están llamados hoy a las urnas en unas elecciones autonómicas a las que la crisis política española ha dotado de una particular relevancia. Con el país en el ecuador del plazo de dos meses abierto el pasado 31 de agosto por la fallida investidura de Mariano Rajoy, los resultados de los comicios serán aguardados esta noche con inusitada expectación por su probable influencia en los movimientos que, en los próximos días, harán los partidos para tratar de formar un Gobierno que ponga fin a más de nueve meses de interinidad.

Los datos del País Vasco permitirán comprobar si es verdad que, al final, el PNV acaba teniendo que cambiar cromos con el PP y facilitar la investidura de Rajoy, algo que a priori se descarta. Sin embargo, son los datos de Galicia los que concitarán la mayor atención, ya que una derrota de Núñez Feijóo, que busca su tercer mandato consecutivo, propinaría un duro golpe a Mariano Rajoy.

En ambos escenarios, el vasco y el gallego, la elevada probabilidad de que Podemos (en Galicia, En Marea) desplace al PSOE como líder de la izquierda estatal tendrá repercusiones tanto en las negociaciones que el socialista Pedro Sánchez se propone abordar con Podemos y Ciudadanos como en el combate interno que libra con seis de los siete barones que gobiernan autonomías, incluido el asturiano Javier Fernández.

En el País Vasco, donde se eligen 75 diputados y la mayoría absoluta está fijada en 38 escaños, las encuestas auguran que el PNV se moverá en una horquilla de 26 a 29 escaños, seguido por los abertzales de EH Bildu (15-18), Podemos (13-16), PSOE (7-10), PP (6-8) y Ciudadanos (0-1).

El PNV no se hará, pues, con la mayoría absoluta, según los sondeos, pero debería lograr la investidura con el único apoyo del PSOE, su socio en las tres diputaciones forales vascas. Para ello, según el sistema de elección vasco, el PNV no necesita mayoría absoluta. Le basta con que ningún otro candidato -cada partido puede presentar el suyo- obtenga más votos que el lehendakari Urkullu, que aspira a la reelección. Sólo si EH Bildu y Podemos -a quienes todos los sondeos mantienen al margen de la mayoría absoluta- sumaran más apoyos que la alianza PNV-PSOE, tendrían los nacionalistas que recurrir al PP. A menos, claro, que C's obtuviera un escaño que cuadrase la suma.

Los dirigentes peneuvistas han proclamado que no apoyarán un segundo intento de investidura de Rajoy bajo ningún concepto. También han resaltado que la aceptación de un respaldo del PP en Euskadi no tendría contrapartidas en Madrid. Pero la experiencia enseña que las más firmes proclamas de campaña se debilitan cuando se cierran las urnas.

En Galicia, donde también se eligen 75 diputados, las cuentas son más sencillas. O el PP logra revalidar la mayoría absoluta para Alberto Núñez Feijóo, único presidente autonómico que la tiene, o sus rivales (En Marea, PSOE y BNG) le cerrarán el paso con un gobierno de izquierdas. Salvo que C's consiguiese algún diputado y ese apoyo le bastase al PP.

La mayoría de las encuestas sitúan al PP en una horquilla entre 38 y 41 diputados, aunque una lo deja en 37, uno por debajo de la mayoría absoluta. Donde el baile ya se vuelve incógnita es en el pulso entre el PSOE y En Marea, el partido instrumental de Podemos, las Mareas, los nacionalistas de izquierdas de Anova e IU. Mientras unas encuestas dan una ligera ventaja a los socialistas, son más las que se inclinan por los morados e incluso alguna los presenta igualados. En lo que todas coinciden es en el desplome del BNG.

En el supuesto de que, en efecto, el PP se imponga en su bastión gallego, Rajoy se vería reforzado en sus tesis de que el PSOE debe permitirle gobernar mediante una resignada abstención. Sin embargo, una derrota popular le golpearía y podría abrir paso a las fuerzas que, dentro y fuera del PP, sugieren que para evitar unas terceras elecciones Rajoy tiene que dar paso a otro candidato popular.

La pugna entre el PSOE y Podemos también tendrá coloración diferente según alcance o no el PP la mayoría absoluta. Si los socialistas, como parece probable, se ven sobrepasados por En Marea, su situación no será la misma en la oposición que integrados en un bloque de Gobierno. Y, en particular, no será igual la fuerza de Sánchez en su lucha con los barones.

En cambio, en el bando morado, también enfrascado en dura lucha interna, un eventual "sorpasso" será siempre una victoria de Iglesias. Tanto si En Marea queda en la oposición como si se instala en el Gobierno de Santiago. Para empezar, la integración de Podemos en el partido instrumental fue un "diktat" de Iglesias a sus reticentes huestes gallegas. Pero, además, si el PSOE queda como tercera fuerza en Galicia, además de ser vapuleado en Euskadi, la pretensión de Iglesias de negociar un Gobierno de coalición con Sánchez "de igual a igual" y con un discurso "duro" se reafirmará sobre las tesis conciliadoras de Errejón, que hoy por hoy no descarta apoyar al PSOE desde fuera del Gobierno.

Como quiera, y rueden como rueden las bolas, con las elecciones de hoy se acaba el tiempo muerto abierto tras el fracaso de la investidura de Rajoy. Empiezan cinco semanas de negociación, y de lucha interna en el PSOE y en Podemos, en las que o se alcanza un acuerdo de Gobierno o el 18-D se volverán a colocar las urnas. Por tercera vez en un año.