Empezar de cero suena a "cero a la izquierda", prefiero empezar de nuevo.

La cita de Frank Underwood, uno de los personajes más famosos de la "política ficción" de la ya mítica serie estadounidense "House of cards" -que muestra la trastienda de los bajos fondos, las intrigas y conspiraciones "palaciegas" de quienes se baten en la arena de la cosa pública-, bien podría ilustrar los últimos días de Pedro Sánchez al frente del PSOE, que concluyeron ayer, después de que Susana Díaz, la líder del sector crítico, y sus acólitos barones lo colocaran contra las cuerdas para acabar con su mandato. Lo que se ha dado en llamar "un golpe de estado", diseñado en lo que ya se denomina en las filas socialistas como "la conjura de Zamora".

Aquella maratoniana reunión, de doce intensas horas, celebrada en la "encrucijada" de Benavente, en el restaurante de lo que suponían un lugar perdido de esta provincia, tuvo lugar hace apenas una semana, la tarde noche del viernes 23 de septiembre. Allí llegó Díaz pasadas las dos de la tarde, puntual a su cita. El único objetivo, según se podría deducir: provocar la caída del siempre incómodo e indómito Sánchez, como única salida a su enrocamiento en el "no" a Mariano Rajoy.

Miradas indiscretas

El lugar elegido, la comarca benaventana, era el propicio para evitar miradas indiscretas ante tan ilustre cónclave, que concitaría a quienes librarían la batalla contra Pedro "el Breve", como ya se le apoda. Y, sobre todo, el punto más a mano para quien subió desde Sevilla, la "sultana", considerada delfín de Felipe González y su vieja retaguardia y líder de los dirigentes territoriales.

En ese encuentro conspiratorio hay quien sitúa al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y al de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, aunque sólo horas antes hacían declaraciones desde Cuenca. No hay que ser ingenuos, las nuevas tecnologías hacen milagros, es el poder de los móviles de última generación y de las tabletas. Por supuesto, no deja de apuntarse la presencia de Javier Fernández, presidente del Principado (que ese mismo viernes suspendió su agenda para quedar libre a las doce de la mañana, según se dijo a los periodistas) y hombre considerado próximo a Díaz, aunque sólo sea por oposición a Sánchez.

El mismo hombre que ahora está llamado a presidir la gestora que regirá los destinos del partido hasta la celebración del próximo congreso.

La batalla de "la sultana" contra Pedro "el Breve" se precipitó después de esa reunión clandestina. Los "susanistas" no podían esperar al comité federal de ayer para sacar el hacha de una guerra que se habría forjado en Benavente. El mismo domingo los "sanchistas", el sector "oficialista" del PSOE, rastreaban el partido en busca de fuentes que pudieran confirmar quiénes habían viajado el viernes hasta Zamora, cómo se había desarrollado la reunión y los detalles de una operación que ha abierto la mayor de las brechas sufridas por el PSOE en su historia reciente, que no ha dejado de sangrar en los últimos diez años, tras aquellos brotes verdes que nunca llegaron a florecer.

El puzzle empezaría a encajar y la estrategia del sector "susanista", a desvelarse, a pesar de que cada uno de estos supuestos protagonistas de la famosa reunión clandestina no dejaron de desmentir durante días su viaje a Zamora o su presencia en la mesa del salón de bodas del establecimiento benaventano, a resguardo de los clientes del restaurante.

Se dijo que el mismísimo expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero había participado en el encuentro. Y la propia entrevista de González en la cadena SER, emitida el miércoles pero grabada curiosamente tres días antes, ha levantado las sospechas entre el círculo más próximo a Sánchez de que pudo ser otro de los pesos pesados artífices de "la conjura zamorana".

Discípulos de Maquiavelo

A estas alturas de la película, de los dimes y diretes, de las cábalas y de las sospechas de esta historia de intrigas, al mejor estilo de "House of cards", los "sanchistas" no dudan en voz baja de que en Zamora estuvieron, como buenos discípulos de Maquiavelo, quienes buscaban decapitar a su secretario general solo dos años después de resignarse a su respaldo por parte de la militancia en unas primarias abiertas.

Una pugna en la que la "baronesa" se ha mostrado dispuesta a dar un paso al frente para acabar con el bisoño líder oficialista de Ferraz, que resultó muy duro de roer, y servir en bandeja el Gobierno a "la derecha corrupta", al decir de la secretaria de Organización del PSOE en Castilla y León, la zamorana Ana Sánchez, y del sector que dice estar con la militancia y el respeto a su voto, contrario a la investidura de Rajoy.

Aunque desde el PSOE de Andalucía se llegó a negar el viaje a tierras zamoranas de Díaz, lo cierto es que estar estuvo, vio y, ayer, venció. En el hotel de Los Barrios Bajos en el que se alojó, al que arribó desde Benavente a las tres de la mañana del sábado, desayunó y fue fotografiada antes de tomar la Ruta de la Plata y, seguramente, comprar alguna vianda, que, como dice el refrán, "con queso y vino (de Toro) se anda el camino".