El PSOE está viviendo su crisis más profunda desde la Transición, mayor que la que provocó en 1979 el abandono temporal del liderazgo por parte de Felipe González ante la negativa de la mayoría del partido a renunciar a la definición de marxista. Pero en el camino recorrido desde entonces, la memoria socialista guarda también como una de las etapas más difíciles la generada por la dimisión definitiva de González como líder en 1997.

La primera de esas crisis surgió cinco años después de que el sector renovador del partido, encabezado por González, se hiciera con las riendas de la dirección socialista en el famoso congreso de Suresnes.

Tras unificarse con el Partido Socialista Popular y, con 121 diputados, situar al PSOE como segunda fuerza política en las elecciones generales de 1979, González planteó remodelar el partido, dar la batalla interna por la socialdemocracia y eliminar el término marxista en su definición.

Defendió esa tesis en el congreso federal celebrado en el mes de mayo, pero su propuesta fue derrotada y rechazada con el 61% de los votos de aquel cónclave socialista porque se impusieron las tesis de históricos dirigentes como Enrique Tierno Galván o Pablo Castellano.

"Hay que ser socialistas antes que marxistas", fue la frase que condensó el llamamiento lanzado en aquel congreso por González, quien, al reconocer que había sufrido una "derrota moral", dimitió de la secretaría general.

Sus críticos no se atrevieron a presentar candidatura y se nombró una gestora que convocó un congreso extraordinario en septiembre. En ese tiempo hubo una dura batalla ideológica en el seno del partido. González la ganó, volvió al liderazgo y el PSOE asumió el marxismo simplemente "como un elemento teórico crítico y no dogmático".

Momento delicado fue también cuando González, ya como jefe del Ejecutivo, cambió de criterio respecto a la pertenencia de España a la OTAN. Pese a las resistencias de algunos sectores del partido, logró que el XXX Congreso socialista, celebrado en diciembre de 1984, avalara su posición favorable a la permanencia.

El 12 de marzo de 1986 se celebró el referéndum al que se comprometió para que los ciudadanos expresaran su posición y en el que el 52,5% de los que participaron apoyaron sus tesis.

Entre los momentos difíciles del PSOE se encuentra también la renuncia definitiva de González a liderar el partido. Fue en junio de 1997, en la inauguración del XXXIV Congreso. Ese cónclave finalizó con la elección de Joaquín Almunia como sustituto, quien, como primera medida, convocó primarias para elegir al candidato a la Presidencia del Gobierno. Él y Josep Borrell presentaron sus candidaturas, y el segundo consiguió el 55,1% de los votos de la militancia el 25 de abril de 1998.

Almunia puso entonces el cargo a disposición del partido, su renuncia no fue aceptada y llegó a un acuerdo con Borrell para el reparto de funciones. Pero esta bicefalia duró poco, porque el 14 de mayo el ganador de las primarias presentó su renuncia tras estallar el "caso Aguiar-Huguet", un fraude fiscal en el que estaban implicados dos de sus excolaboradores en Hacienda.

Eso provocó que Almunia fuera designado cabeza de lista para las elecciones de marzo de 2000, en las que José María Aznar consiguió mayoría absoluta y el PSOE pasó de 141 a 125 diputados. El resultado provocó la dimisión del secretario general.

Una comisión gestora presidida por Manuel Chaves asumió la dirección del partido hasta la celebración del XXXV Congreso, en el que José Luis Rodríguez Zapatero accedió a la secretaría general por nueve votos de ventaja sobre José Bono.

La renuncia de Zapatero en 2011 abrió de nuevo el melón sucesorio y, a la espera de decidir sustituto, Alfredo Pérez Rubalcaba fue elegido cabeza de cartel. Pero el mal resultado en los comicios de 2011 motivó el Congreso de Sevilla de febrero de 2012, que Rubalcaba ganó a Carme Chacón por 22 votos.

Una nueva derrota en las elecciones europeas de 2014 cerró el ciclo de Rubalcaba, que convocó un congreso en julio de ese año que ratificó a Pedro Sánchez como líder dos semanas después de que la militancia lo eligiera en unas primarias abiertas.