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Abstención y algo más

El PP puede amenazar al PSOE con las terceras para exigir, además, estabilidad

Mariano Rajoy puede elegir: conformarse con una abstención del PSOE para salir investido en segunda votación (más síes que noes) o forzar unas terceras elecciones y rematar a los moribundos socialistas. La segunda opción habría que administrarla con sumo cuidado, para que no parezca que el líder del PP quiere hacer leña del árbol caído, y que busca una nueva cita con las urnas por puro afán partidista. Sin embargo, la tentación de blandirla como amenaza está ahí, y no hay que descartar que los populares aprovechen esa munición.

Consciente de que el PSOE es ahora un partido sin candidato y sin secretario general, roto, devastado y abochornado por el espectáculo que ofreció en el comité federal del sábado, el PP está en situación de exigir a los socialistas mucho más que una mera abstención "técnica", ésa que Pedro Sánchez se negó a contemplar siquiera como posibilidad salvo en la conversación privada que, según Felipe González, mantuvo con él el pasado mes de junio.

¿Qué podrían pedir los populares al PSOE, además de la abstención de sus 85 diputados o de los 11 que precisa la suma de los parlamentarios de PP, C's y CC? Estabilidad, garantías de que el futuro ejecutivo no será derrotado en el Congreso cada vez que someta a consideración una propuesta y, sobremanera, unos Presupuestos Generales del Estado.

La cuestión es si los socialistas estarán en condiciones de asumir las exigencias de estabilidad que les ponga el PP encima de la mesa para evitar unas terceras elecciones, después de que el dilema abstención/no abstención les condujera la pasada semana a la hecatombe.

Esa decisión no corresponde a la gestora que dirige el presidente asturiano, Javier Fernández, sino al comité federal, para cuya (nueva) reunión no hay todavía fecha. Aunque el tiempo apremia: si el 31 de octubre no hay presidente investido ni Gobierno nombrado, las Cortes serán disueltas y se convocarán los terceros comicios generales, a celebrar, previsiblemente, el 18 de diciembre, una semana antes del Día de Navidad, y dos días antes de que se cumpla un año de las elecciones del 20-D.

Si, como se apunta, el comité federal del PSOE no vuelve a reunirse hasta la segunda mitad de octubre (pongamos que el sábado 15), y suponiendo que los socialistas aceptasen abstenerse ante Rajoy, sólo restarán dos semanas para que el plazo límite venza, tiempo que tendría que bastar para que el Rey hiciera otra ronda de consultas, convocar el Pleno de investidura y celebrarlo, teniendo en cuenta, además, que entre la primera y la segunda votación deben transcurrir 48 horas.

Pero hay más obstáculos: los días 28 y 29, tanto el Rey como el presidente del Gobierno en funciones tienen cita en Cartagena de Indias (Colombia) para participar en la Cumbre Iberoamericana; y el 20 y 21, Rajoy debería acudir a una reunión del Consejo Europeo en Bruselas.

Así las cosas, los apremios de tiempo también podrían ser usados por el PP como pretexto para ir a unas terceras elecciones, para acudir a las cuales, no hay que olvidarlo, el PSOE tendría que bendecir a toda prisa a un candidato (o candidata) por el método que fuera: primarias, congreso exprés? o sea, asumiendo el programa del defenestrado Sánchez.

Pero puede que la apelación a los tiempos o las exigencias que el PP quisiera añadir a la abstención "técnica" no sean necesarias para que las terceras generales en un año tengan que celebrarse sí o sí: desde la dimisión de Sánchez, el sábado a las 20.20 horas, los socialistas no han cesado de emitir señales avisando de que su abstención ante Rajoy no está garantizada.

Barones y dirigentes territoriales tanto del sector "pedrista" como del "susanista" han advertido en las últimas horas que no hay que dar por sentado que el PSOE dejará gobernar a la lista más votada, una de las dos (únicas) opciones que el viernes dibujó en el suelo el presidente de la gestora: o eso u otra vez a las urnas. El más claro fue el valenciano Ximo Puig, que dijo que el PSOE no puede "ayudar" a la "instauración en el poder" del PP. Pero incluso el expresidente balear Francesc Antich, ahora integrante de la gestora, anticipó que si el "no" a Rajoy debe trocarse en una abstención, antes tendría que pronunciarse la militancia.

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