Un paso atrás para coger impulso. Pedro Sánchez renunció ayer a su acta de diputado para dar la batalla interna. "No iré contra mi partido ni iré contra nuestro compromiso electoral". Con esas palabras resolvió la incógnita que viene manteniendo desde que el comité federal del PSOE acordó que sus diputados se abstuvieran para dejar paso a un nuevo Gobierno de Mariano Rajoy.

Las lágrimas con las que el ex secretario general del PSOE acompañó el anuncio de su renuncia -presentada en el registro del Congreso con antelación suficiente para que constase en la sesión de la tarde- fueron el reflejo de un día muy intenso para los socialistas. Este octubre a punto de terminar es, desde su primer día, un mes negro jalonado de fechas que han ido abriendo la grieta interna en el partido. La segunda votación de la investidura visibiliza la medida de esa fractura aunque sólo de forma parcial. Al final fueron quince los diputados socialistas que se mantuvieron en el "no" al candidato popular, todos ellos previsibles. Hubo otros casos, como el de la diputada asturiana Adriana Lastra, en los que, vulnerando la norma de la presidencia de la Cámara de que sólo se manifestara la orientación del voto, los parlamentarios socialistas dejaron constancia de que su abstención era por "imperativo".

El temor a que las sanciones por romper la disciplina de voto los inhabilitara para continuar en la batalla interna llevó a los afines a Pedro Sánchez a plegarse a la directriz del comité federal. Ahora su objetivo es acelerar la celebración de un congreso. Frente a la pretensión de la gestora de dilatar los plazos para ese cónclave, los críticos consideran que, unas vez anulado el peligro de las terceras elecciones, que era el objetivo primordial de quienes ahora están al frente del partido, carece de sentido mantener la situación de interinidad. Para ello, entre otras iniciativas, reactivarán la campaña de recogida de firmas entre los militantes, cuyo recuento se centraliza en la agrupación socialistas de Alcorcón, en Madrid.

Pedro Sánchez está ya de lleno en esa batalla interna al anunciar ayer, a la par que renunciaba al acta de diputado, que, como ya lo hiciera en sus inicios, comenzará a recorrer España para recabar el apoyo de la militancia con vistas a concurrir en unas futuras elecciones primarias. El ex secretario general dejó constancia de su "profundo desacuerdo" con la renuncia al "no" y lamentó que la división entre un 60 por ciento de los miembros del comité federal que apoyaron esa decisión y el 40 por ciento que se opusieron no se hubiera traducido en la abstención de los once diputados que Rajoy necesitaba para salir elegido por mayoría simple. Con su dimisión, Sánchez, quien será sustituido por Carlota Merchán, asegura que intenta también "frenar lo que sería un grave error que alejaría aún más al PSOE de los ciudadanos progresistas". Su objetivo ahora es, como ya dijera semanas atrás, la refundación un PSOE "autónomo y alejado del PP". Sánchez aboga por un partido "abierto y unido, donde la militancia haga valer su voz en las decisiones trascendentes de la organización".

El portavoz de la gestora del PSOE, Mario Jiménez, señaló que el partido sólo puede sancionar a seis de los 15 diputados que son militantes y que han roto la disciplina de voto, puesto que no puede actuar contra los parlamentarios del PSC ni contra los dos independientes, Margarita Robles y Zaida Cantera. Por eso consideró "absolutamente indispensable" proceder a una "evaluación" de la relación entre PSOE y PSC, un proceso de replanteamiento de las relaciones con la que hasta ahora era una organización independiente pero hermana.

Con Colau

Aunque entre los "barones" del PSOE domina la exigencia de revisar a fondo las relaciones con el PSC, la dirección de los socialistas catalanes considera que la gestora carece de atribuciones para adoptar cualquier medida que modifique los acuerdos por los que ambos pertidos se rigen desde los años 70 del siglo pasado.

Dentro de sus autonomía orgánica, el PSC plantea ya alianzas con otros partidos de cara a las elecciones autonómicas catalanas, a la que podría concurrir como socio de la formación que proyecta la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en cuyo gobierno municipal están integrados los socialistas.