La reubicación del exministro del Interior se convirtió ayer en un asunto incómodo para el PP, después de que el PSOE rompiera el acuerdo de reparto de las presidencias de comisiones parlamentarias y amenazara con presentar un candidato alternativo a Jorge Fernández Díaz para estar al frente del grupo de trabajo de Exteriores. Ante la posibilidad de quedarse sin esa presidencia, los populares pidieron aplazar la votación y, al final de la tarde, recolocaron a Fernández Díaz al frente de la Comisión de Peticiones, desalojando a la diputada popular Pilar Rojo Noguera, cambio que, por estar ya constituida la comisión, no requería votación.

Con ese quiebro, el PP eludió en última instancia que con Fernández Díaz se rompiera la tradición de recolocar a los exministros al frente de grupos sectoriales del Congreso. El anterior titular de Exteriores, José Manuel García Margallo, fue elegido ayer para encabezar la Comisión Mixta de Seguridad Nacional. La reprobación parlamentaria del exministro de Interior, por mantener contactos supuestamente orientados a perseguir a los grupos soberanistas catalanes, asunto que será objeto de una comisión investigación, hizo que la recolocación de Fernández Díaz fuera un asunto complejo.

Hasta la víspera, el PSOE mantenían su intención, según su portavoz Antonio Hernando, de votar en blanco la candidatura del exministro para respetar el acuerdo del reparto de comisiones alcanzado con el PP. La de ayer fue una decisión de última hora, forzada por el anuncio de Podemos de rechazar al candidato del PP para defender al suyo propio. El PSOE quiso dejar constancia de que es la cabeza de la oposición y la gestora que encabeza Javier Fernández adoptó la decisión última sobre un asunto que, en otras circunstancias, sería una decisión de rutina parlamentaria y que ayer movilizó a las principales voces del partido, incluida la líder andaluza Susana Díaz. Los socialistas llevaron al límite el rechazo a Fernández Díaz y la secretaria general adjunta de su grupo en el Congreso, Isabel Rodríguez, llegó a garantizar que "Fernández Díaz no es ni va a ser presidente de la Comisión de Exteriores ni de ninguna otra comisión". Ante el las dificultades en la Comisión de Exteriores, el PP intentó, sin éxito, que el exministro presidiera la Comisión Mixta de Relaciones con el Tribunal de Cuentas. El último recurso de los populares fue recolocarlo al frente de la Comisión de Peticiones, desalojando del puesto a una compañera de su grupo parlamentario.

Pero el veto a Fernández Díaz tenía ayer más padres que el PSOE. Desde Unidos Podemos, su líder, Pablo Iglesias, atribuía a su labor la frustración de los planes del PP y consideraba que los populares comienzan a sentir la "presión" opositora. El diputado por Asturias Segundo González criticó la "argucia parlamentaria" del PP de aplazar las votaciones para evitar que Fernández Díaz fuera derrotado.

En el centro de la refriega parlamentaria, el exministro, quien aspiraba a seguir teniendo una cartera en el Ejecutivo de Rajoy pese a su difícil posición política, se mostraba ayer a disposición de "lo que determine mi grupo parlamentario y no voy a poner problemas". Al final, fue un presidencia de consolación para un amigo personal y hombre de confianza del presidente del Gobierno, a cuya sombra desarrolló buena parte de su carrera política.