El grupo parlamentario socialista se convirtió ayer en escenario de la división interna del PSOE, con el enfrentamiento entre los afines a Pedro Sánchez y el representante de la gestora Mario Jiménez por los cambios introducidos en la organización de los representantes del PSOE.

Jiménez expuso primero ante los senadores el nuevo reparto de responsabilidades acordado por la dirección del partido. Ante el malestar que ha generado la modificación del organigrama, el portavoz del grupo socialista en la Cámara Alta, el asturiano Vicente Álvarez Areces rechazó que se pueda hablar de "depuración". "He visto varios cambios en el Senado y nunca nadie utilizó esa palabra cuando vino ni nunca nadie la utilizó cuando se fue. En modo alguno se puede aceptar esa palabra, porque es falso", enfatizó el portavoz socialista en el Senado.

Ante el grupo del Congreso, la intervención del representante de la dirección provisional del PSOE fue más controvertida. El ex secretario de Organización, César Luena, quiso dejar constancia de su rechazo particular a los cambios que la dirección pretendía que se aprobaran por asentimiento. Luena criticó las formas de la gestora, lo que fue objeto, según algunos de los asistentes, de una dura contestación por parte de Mario Jiménez, quien recordó al número dos de Pedro Sánchez que por sus anteriores responsabilidades orgánicas debería conocer las normas del PSOE y la forma de organizar los equipos de trabajo. La diputada balear Sofía Herranz, una de las que se opuso a la investidura de Rajoy, apuntó que no existen precedentes de que la dirección del partido interviniera en la organización del grupo a los niveles que lo ha hecho ahora. Herranz lamentó además que la gestora defendiera las modificaciones aludiendo a la profesionalidad y competencia de los diputados. "La reunión fue muy dura. Jiménez vino a hacer sangre ante la pasividad de la dirección del grupo, que está dejando que desde Andalucía, Susana Díaz destroce el grupo parlamentario", lamentaba ayer un diputado del sector "sanchista".

En paralelo al inicio de la gira nacional de Pedro Sánchez por las agrupaciones socialistas, la presidenta andaluza da muestras de haber comenzado su propia carrera hacia el liderazgo del partido. Díaz defiende que su responsabilidad institucional es compatible con las de carácter orgánico que en el futuro pueda asumir en el PSOE. "Se puede ser secretario general de un partido y presidente, siempre y cuando se pongan por encima de todo los intereses de la gente", defendió la líder de los socialistas andaluces. Díaz asegura que antes de hablar de nombres hay que definir el proyecto del PSOE.