Las fuerzas de seguridad afganas han lanzado una operación para tratar de ubicar al trabajador del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) secuestrado el lunes en el norte del país y del que hoy se ha confirmado oficialmente su nacionalidad española.

El cooperante, identificado como Carlos, fue secuestrado ayer cuando viajaba en coche por la conflictiva provincia de Kunduz junto a otros compañeros del CICR, una acción de la que los talibanes se han desvinculado y que ahora investigan las autoridades afganas y españolas.

El portavoz de la Policía para el nordeste de Afganistán, Mahfuzullah Akbari, confirmó a Efe que el rehén "es español" y detalló que fue secuestrado en la aldea de Hussain-Khil sin que se conozcan por el momento el móvil del secuestro ni la identidad de los autores.

Las autoridades afganas están centrando sus esfuerzos en obtener información de inteligencia que les permita determinar la "ubicación exacta" del cooperante e "identificar a los captores", lo que daría paso a la fase de liberación, informó el portavoz de la Policía de Kunduz, Hijratullah Akbari.

Como suele suceder con este tipo de acciones, generalmente dirigidas a obtener rescates, ningún grupo insurgente ha reclamado su autoría y los talibanes incluso se han desvinculado de ella al aplaudir la labor que la ONG realiza en el país.

"El secuestro de un trabajador de Cruz Roja en la provincia de Kunduz no tiene nada que ver con nuestros muyahidines. Tenemos contacto estrecho con la oficina de Cruz Roja y apreciamos sus servicios", afirmó a Efe el portavoz talibán Zabihullah Mujahid.

Tras el fin de la misión de combate de la OTAN en enero de 2015, la formación insurgente ganó terreno en el norte del país y a finales de ese año lograron tomar por unos días la capital homónima de Kunduz, a la que volvieron a entrar por segunda vez el pasado octubre.

El deterioro de la situación de seguridad en Afganistán, que atraviesa uno de sus momentos más sangrientos desde la caída del régimen talibán con la invasión estadounidense en 2001, ha hecho que muchas organizaciones humanitarias pusiesen punto y final a sus operaciones en el país, fuertemente dependiente de la ayuda exterior.

Entre las que mantienen su presencia en el país asiático está el CICR, que está presionando para lograr la "segura" liberación de su empleado, mientras aún trata de recabar información sobre lo sucedido, según explicó a Efe un portavoz de la organización, Ayaz Ahmad Ramin.

El Comité confirmó ayer que varios cooperantes de la organización fueron interceptados cuando viajaban en dos coches por la autopista que une las ciudades norteñas de Kunduz y Mazar-e-Sharif, pero que solo uno de ellos fue capturado.

De acuerdo con Ramin, el convoy viajaba sin protección militar ni escolta, en línea con el protocolo habitual del CICR, que viaja "a áreas a las que ningún órgano va a trabajar" en calidad de proveedor de servicios humanitarios.

Además de las autoridades afganas y el CICR, también el Gobierno de Madrid trabaja para liberar al cooperante, según indicó la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, en declaraciones a periodistas en el norte de España.

Aseveró que, como en otras ocasiones, el Ministerio de Asuntos Exteriores está trabajando ya sobre el terreno, si bien pidió "sigilo" para que las actuaciones lleguen "a buen puerto".

El pasado febrero, cinco empleados afganos del Comité Internacional de la Cruz Roja fueron secuestrados en la provincia de Ghazni, en el este del país, y liberados poco tiempo después.

Los secuestros son comunes en Afganistán y los empleados de organizaciones humanitarias son a menudo objetivo de este tipo de acciones, en muchos ocasiones destinadas a obtener un rescate.

En uno de los últimos casos hechos públicos, hombres armados no identificados secuestraron el mes pasado a una trabajadora australiana de la ONG Agencia para la Coordinación de Órganos de Ayuda Afgana (ACBAR) en una zona de alta seguridad de Kabul.