Imbuido por un espíritu de diálogo y con la sensación de fortaleza que le otorgó el respaldo unánime y cerrado de su partido, Mariano Rajoy marcó en la clausura del cónclave nacional en Madrid las dos líneas básicas de su gobierno en el futuro inmediato y guardándose las cartas ante un hipotético adelanto electoral.

Primera cuestión: Cataluña. Rajoy fue claro. Dialogará pero sin cambalaches. "No vamos a comerciar sobre un proceso que pasa por encima de la Constitución, que conduce a la fractura de España y a la liquidación de la soberanía nacional", dijo. El PP, afirmó, "no será cómplice"; calificó de "disparate" el proceso y recalcó que no aceptará que se celebre un referéndum sobre una secesión en la que los catalanes "han sido engañados".

Segunda cuestión: la estabilidad de su gobierno en minoría. Rajoy se mostró confiado en que se "imponga la sensatez" y la oposición "deje gobernar al Gobierno". "La obligación no es del PP sino de todos; España es responsabilidad de todos", ha dicho. Admitió que la minoría obliga a gobernar "de otra manera" pero la oposición "debe adaptarse y aprender a trabajar". Como anécdota refirió que ayer por la mañana recibió la llamada de felicitación de Albert Rivera y él le respondió que "no apretara mucho". Ciudadanos, no obstante, remitió un comunicado aclarando que no existió tal llamada sino que solo hubo un mensaje de cortesía.

Y un último apunte. Rajoy no dejó pasar una mención a José María Aznar, gran ausente del congreso, a quien expresó "gratitud" por la "herencia" de su Gobierno "de la que nos hemos beneficiado todos los españoles".

El congreso ha servido también un poco de exhibición de fuerza de los populares ante la disgregación de votos que puede suponer Ciudadanos. En presencia de dos dirigentes de la formación naranja, invitada al cónclave (el PSOE también lo estaba pero no acudió), Cospedal pidió explícitamente "recuperar la unidad del centro derecha español". La secretaria general activó ya la maquinaria para las elecciones autonómicas y locales de 2019 pidiendo victorias "para devolver a la gente los gobiernos sensatos".

Las referencias a Podemos han sido constantes en este congreso. En Vistalegre, dijo Cospedal, "una casta populista lucha por librar a la humanidad de esa plaga que es la prosperidad económica". Y añadió en referencia al PSOE que "no podemos saber qué va a pasar con la socialdemocracia en España".

Más de 3.000 compromisarios han participado en el congreso nacional del PP, que contó con más de 800 periodistas acreditados y se celebró en La Caja Mágica de Madrid, gélida y laberíntica. La delegación asturiana estuvo integrada por 65 personas y en el cónclave tuvieron protagonismo la presidenta popular, Mercedes Fernández, del equipo que coordinó la ponencia política; la diputada nacional Susana López Ares, nombrada vicepresidenta primera del congreso, y el vicesecretario de organización Luis Venta Cueli, designado vocal del comité nacional del partido. La nota asturiana se vio ayer hasta en los invitados. "¡Dos asturianos!", exclamaron el Padre Ángel y el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, al saludarse con un abrazo.