Frans Timmermans levantó la mano el primero cuando el moderador de la charla improvisó una encuesta preguntando a quiénes de los presentes les entristecía el "Brexit". El vicepresidente de la Comisión Europea no tardó sin embargo en identificar una oportunidad detrás del problema. Una ocasión "de oro para España", precisó, "de liderar Europa en el futuro". Necesitada como está esta Unión resquebrajada de darse motivos para la confianza, el comisario perseveró en la certeza de que "se abren grandísimas posibilidades, y se lo voy a decir a Mariano Rajoy. Que no subestimen esta opción de liderar el continente en la próxima generación". Del medio millar muy largo de estudiantes que le escuchaba en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, sólo uno había levantado el brazo a la pregunta "¿quién se alegra del divorcio entre el Reino Unido y Europa?"

El socialdemócrata neerlandés, un europeísta nacido predestinado en Maastricht, había empezado fuerte su "Diálogo ciudadano", el séptimo de estas características que se celebra en España con altos cargos de la Comisión para tratar de acercar a los ciudadanos la reflexión sobre el futuro incierto de la Unión. Timmermans respondió sin laconismo todas las preguntas de los estudiantes que cupieron en más de una hora de parlamento. Sobre todo sobre el "Brexit", sí, pero también acerca del riesgo de contagio, de la crisis de los refugiados, del reto demográfico, los populismos, Turquía.., Los grandes hitos de la revisión del futuro en la que está vivamente interesada la institución a la que representa. Se repartía el "Libro blanco sobre el futuro de Europa".

"Con o sin la UE, el Reino Unido forma parte de Europa", se arrancó, pero con la huida británica, sin puente de plata, la exigencia de hacer de la necesidad virtud le conduce a la convicción de que "el centro de gravedad de este escenario se desplaza hacia el Sur". Y asegura que allí "una nación con visión europea como ésta y que va por buen camino en términos económicos" tiene esa "oportunidad de oro" de estar en vanguardia en el futuro, dijo. "¿No será más bien Alemania?", vino a preguntar un alumno. "La posición en Europa depende de dos factores", replicó el Comisario, "de la ambición y de la ambición de los demás. En política no hay vacíos, cuando alguien sale de una sala, otro ocupa su lugar. Y si alguien se mantiene firme, Alemania lo aceptará". El mensaje complaciente para el auditorio, el reconocimiento del socialdemócrata al Gobierno conservador español desembocó en un "en Bruselas se echaba de menos a España, y España ha vuelto".

Pero antes de ocupar la silla que deja vacante el Reino Unido, Timmermans sabe que él y la Comisión han de negociar la salida británica sin hacerse daño. Y para hacerlo bien, el Comisario se impone la tarea de "no tomar a los ciudadanos como rehenes", de "salvaguardar sus derechos" para que "no paguen" los hijos el pato" del divorcio y de poner por delante a los tres millones de europeos en las islas, al millón de ingleses en el continente. Lo harán, añade sin usar el palo contra el Reino Unido. Sin "enfoque punitivo", negociando "de forma cortés y abierta, pero también firme" para "pedir que como en cualquier divorcio se cumplan los compromisos adquiridos".

Los esfuerzos por cambiar de tema que hacía el moderador, José Ignacio Torreblanca, jefe de opinión del diario "El País", no contuvieron el interés por el retorno constante a Gran Bretaña. Interrogaron al enviado de Bruselas por la reacción colectiva de los británicos y Timmermans les dijo, a ellos y a los presentes, que la realidad caerá por su propio peso. Se arrepentirán. "Muchos se extrañarán conforme avance el tiempo y comprueben lo que ocurre. Cuando vean que necesitan el pasaporte para viajar, y un pasaporte para el gato, y colas para cruzar la frontera en Dover?"

Si dice que no teme un "efecto dominó", lo argumenta con la certeza de que "el euroescepticismo es más antiguo que el 'Brexit'" y con la observación de que en Francia "Marine Le Pen ya no dice que se quieran ir de Europa". Si necesita otros ejemplos, añade el fiasco de su compatriota Geerd Wilders en las elecciones holandesas y remata con que "en Italia no hay mayoría a favor de salir de Europa", o con que "no siempre hay correlación entre votar populista y querer irse de la UE". Tampoco funcionará, apuntaló el Comisario la tesis anterior, la estrategia de "tratar de convencer a los demás de que se queden a base de castigar al Reino Unido".

"Tenemos sociedades diversas y abiertas", proclamó Timmermans con un canto a su favor y un ojo en quienes las denuestan. Las colectividades humanas actuales son, dijo, "como los huevos revueltos, que no hay forma de 'desrevolverlos'"

En la facultad de Políticas de la Complutense, vivero de algunos de los líderes nacionales de Podemos, con sus muros sin sitio para una pintada reivindicativa más, Timmermans no se refirió explícitamente a España cuando advirtió contra "la visión populista de la democracia según la cual el ganador lo gana todo". Mencionó el ajustado 52-48 del referéndum del "Brexit" o los tres millones de votos de Hillary Clinton en Estados Unidos y alzó la voz para proclamar que "la democracia no es la tiranía de la mayoría, sino el respeto a los derechos de las minorías".

Antes, en su única crítica masiva contra los estados miembros de la Unión había lamentado que en la crisis global de los refugiados hayan adquirido en Bruselas compromisos de acogida que luego en sus países "no han cumplido". Timmermans también invocó en este punto la certeza, que reconoció con cautela, de que "no se puede recibir a todos los que vienen", o de que "Alemania no podría soportar una oleada como la de 2015", y había apostado por apoyar el desarrollo de los países de origen.

La abierta censura de un alumno que levantó los aplausos del auditorio al declararse "apátrida y refugiado" le hizo defender la ayuda europea a Turquía, "un gasto bien hecho para dar comida, escuelas o alojamiento a los refugiados", después de alzar la voz también contra el presidente turco. Avanzó que "acusar de nazis a los países europeos es inaceptable" y que dada la situación de algunos derechos humanos a orillas del Bósforo "tendremos que reconsiderarlo todo después del referéndum del 16 de abril", que se pronunciará sobre la adhesión de Turquía a la UE.

Hablando del futuro con poca asunción autocrítica de errores en dirección al pasado, Timmermans dejó una advertencia en el aire cuando se acordó del revuelo que generó en su país aquella afirmación suya de que Europa "es una construcción de la gente que también puede destruir la gente". Expuso una defensa de algún tipo de "renta básica" y no esquivó la oportunidad de enfrentar "el reto importantísimo de la demografía". Al llegar al capítulo de la Europa envejecida, y a las "preocupadísimas" clases medias de 35 a 55 años que son el eje del problema y de la solución, el vicepresidente de la Comisión abogó por estrategias para auxiliarlos mejorando la educación o las infraestructuras de atención a los mayores y por alargar la jubilación, por que "las personas que lo deseen puedan trabajar más tiempo". "Mis abuelos eran viejos a los sesenta, porque trabajaban en la mina desde los quince", reseñó, "pero ahora a esa edad aún se es una persona joven y vital", remató.