Javier Fernández presidió ayer la última reunión de la gestora que ha estado al frente del PSOE en los últimos ocho meses. Aunque la dirección provisional no se disolverá hasta el congreso federal de la próxima semana, el órgano interino tiene ahora un cometido estrictamente técnico, orientado a la preparación del cónclave, una vez transferidas sus responsabilidades políticas al nuevo secretario general, Pedro Sánchez, y a su equipo. Ese traspaso de poderes se produjo en la reunión que la semana pasada mantuvieron Fernández y el recién electo líder de los socialistas. En un encuentro de hora y media, el presidente de la gestora expuso lo tratado en la reunión a la decena de miembros que integran la dirección provisional, de los que aprovechó para despedirse.

Fernández anunció además que, a diferencia de lo habitual, no presentará balance de su gestión ante el congreso federal.

El mandato de la gestora se ha prolongado "demasiado tiempo" y tuvo un "sesgo claramente parcial", criticó ayer el portavoz parlamentario José Luis Ábalos, quien se felicitó de que se ponga fin a "una anomalía". En similares términos se pronunció Francisco Ocón, uno de los miembros críticos de la gestora, para quien su mandato tendría que haber sido "más corto y mucho más ecuánime".