El líder socialista, Pedro Sánchez, remató ayer el 39.º congreso del PSOE, en el que se ha hecho con muy amplios poderes, con un llamamiento a Ciudadanos y Podemos para que se levante el veto mutuo que se tienen puesto y conformen junto a su partido "una mayoría parlamentaria alternativa que acabe con esta etapa negra de gobierno del PP".

Sánchez pronunció estas palabras antes las casi 8.000 personas que se habían reunido en el recinto ferial IFEMA de Madrid para escucharle. El renacido líder socialista llegó a su cita con las masas tras haber conseguido que el 70,5% de los delegados al congreso refrendase una ejecutiva compacta en la que las únicas concesiones a la integración las representan Patxi López y el extremeño Guillermo Fernández Vara. Ese 70,5% representa 20 puntos más que el 50,2% con el que Sánchez ganó las elecciones primarias del 21 de mayo, pero también es el respaldo más bajo a una dirección desde la que conformó Joaquín Almunia en 1997, que recabó unos apoyos muy similares.

En la nueva dirección ocupa un puesto relevante la asturiana Adriana Lastra, vicesecretaria general, y también habrá otros dos socialistas asturianos: Hugo Morán (Medio Ambiente) y María Luisa Carcedo (Sanidad y Consumo), que también suena con fuerza para tomar el relevo a Vicente Álvarez-Areces como portavoz socialista en el Senado. En total fueron 674 votos los que respaldaron a la ejecutiva sanchista, por 274 en blanco y 8 nulos.

El comité federal recibió un apoyo muy similar, del 70%, al obtener 674 votos favorables, 271 en blanco y once nulos, mientras que la Comisión de Ética y Garantías, con 702 votos a favor, 241 en blanco y 5 nulos, fue respaldado por el 73,4%. Si el carácter absolutamente monocolor de la ejecutiva, en la que no hay barones territoriales, se daba por descontado desde la pasada semana, la extensión de la fórmula al comité federal -el "parlamento" socialista- levantó ampollas en varios dirigentes territoriales, que no dudaron en hablar de "sectarismo".

El nuevo comité federal está marcado por la "caída" de relevantes personalidades del PSOE, como Eduardo Madina, Elena Valenciano, Antonio Hernando -el portavoz parlamentario de Sánchez que siguió siéndolo con la gestora-, José Blanco o José María Barreda. Las críticas más aceradas salieron de la delegación asturiana así como de la boca del líder valenciano, Ximo Puig, que se preguntó a las claras por qué se quiere debilitar su liderazgo al frente de un partido fuerte, como el de los socialistas valencianos, y advirtió que esta situación podría afectar a la presidencia de la Generalitat valenciana.

Asturias y la Comunidad Valenciana son escenarios en los que se esperan serios combates en los respectivos congresos regionales, como también en Aragón. Sin embargo, el líder aragonés, Javier Lambán, optó por no lanzarse a la crítica abierta, al igual que la presidenta andaluza, Susana Díaz, la gran derrotada de las primarias de mayo, quien optó por el perfil bajo al admitir que Sánche tenía "libertad absoluta" para formar el equipo de gobierno.

Despejadas las incógnitas del Congreso, quedan pendientes de conocerse los nombres de los responsables del grupo parlamentario, que con toda probabilidad se desvelarán hoy. Quien más suena para portavoz es la independiente Margarita Robles, muy próxima a Sánchez. La presidencia del grupo podría recaer en el secretario de Organización, José Luis Ábalos, y la secretaría general en la catalana Meritxell Batet.

Con esas huestes, Sánchez, que tiene el handicap de no estar presente en el hemiciclo, deberá intentar convertir en hechos las proclamas de su discurso de ayer, en el que acusó a Rajoy de "vulnerar la Constitución" y al PP de "corromperla", además de prometer una reforma federal. Una de ellas, por cierto, destinada muy directamente a Asturias: "La transición energética no puede mutilar a aquellos a los que ha abandonado y olvidado este Gobierno, que son las cuencas mineras".