La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un fan de "Héroes del silencio" fascinado por la percusión

Un fan de "Héroes del silencio" fascinado por la percusión

Miguel Ángel Blanco Garrido era una persona de gran paciencia, cabezón, perseverante, de carácter fuerte, nervioso, activo, muy responsable, tenaz y muy sociable. Así lo recuerda su única hermana, Marimar.

Un joven economista que había conseguido su primer trabajo con 29 años, en el que llevaba seis meses, y que hacía dos que había mostrado su compromiso político afiliándose al Partido Popular. Estudió en la universidad de Sarriko, Vizcaya, y antes de ser contable trabajó con su padre de albañil. Llegó a concejal en su localidad natal, Ermua, tras su paso por las juventudes populares a las que accedió de la mano de su amigo Iñaki Ortega Cachón, dirigente de Nuevas Generaciones en 1995.

Antonio Blanco recuerda a su sobrino veinteañero ensayando con su grupo, "Póker", en el mismo bajo en el que él tallaba la piedra para sus esculturas. "Todos vivíamos en el mismo edificio y compartíamos los ratos libres en un bajo muy cerca de casa", rememora. El grupo de música que había fundado Blanco decidió no volver a tocar tras su asesinato, no quisieron hacerlo con otro batería. Su tío asegura que era un gran aficionado a la música que, además de practicar la percusión, acudía a clases de guitarra. Su grupo preferido era "Héroes del Silencio", coleccionaba todos sus discos y camisetas. En su entierro, su novia María del Mar dejó sobre el féretro sus baquetas.

Se subió a un escenario por primera vez a los 15 años en un viaje con sus padres a Cabanas (Orense). Durante la verbena manifestó su interés en tocar con la orquesta y, como su padre conocía al batería, le dejaron participar en uno de los temas. Ya no pudieron bajarle del palco hasta que terminó la actuación. Desde este momento quiso dedicarse a la música profesionalmente, pero siguió con sus estudios por recomendación paterna.

A la familia de Miguel Ángel no le preocupó que accediese al Ayuntamiento en aquel momento. Excepto a su madre, con quien él mantenía una especial relación basada en largas conversaciones entre madre e hijo. El asesinato de Gregorio Ordóñez en 1995 conmocionó especialmente a Blanco, no sólo porque compartiesen grupo político, sino porque habían sido presentados pocos días antes en un acto del partido.

"Se metió en política en un momento complicado porque quería trabajar para mejorar la vida de sus vecinos de Ermua y, sobre todo, denunciar la falta de libertad de la sociedad vasca, como muchos otros jóvenes en aquel momento", destaca Amaya Fernández, secretaria general del PP vasco.

El alcalde de Ermua, Carlos Totorika, le recuerda como un activo joven que iniciaba su andadura en las instituciones públicas. "En un pleno en el que se votaba una moción sobre los presos de ETA les llamó asesinos", resalta. Aunque lo que más ha quedado en la memoria de Totorika es la faceta de músico de Blanco: "Tocaba con su grupo en muchas bodas y coincidí con él en dos ocasiones en ese contexto". El socialista insiste en que era un chico al que le robaron su juventud. "Se le veía feliz en su ambiente, con sus amigos y con su pareja", afirma.

Compartir el artículo

stats