Pedro Sánchez y Susana Díaz rubricaron ayer con un abrazo ante los asistentes al congreso de los socialistas andaluces una paz formal a costa de eludir toda alusión a sus discrepancias como la definición del modelo territorial. Hubo mutuas promesas de lealtad y una buena disposición entre dos contendientes que no se encontraban desde una breve y, para la andaluza, decepcionante entrevista en junio pasado, en el 39 congreso federal del partido. Ayer las tornas de entonces estaban cambiadas: Díaz revalidó su cargo de secretaria general con el 91 por ciento de apoyo y los "sanchistas" quedaron sin representación tanto en la nueva ejecutiva como el comité director, máximo órgano entre congresos. Fue la plasmación orgánica de unas diferencias que no extinguen y que también persisten al terreno de lo simbólico. Mientras que en interior del recinto el congreso se clausuraba con el himno de Andalucía, en el exterior un grupo de "sanchistas" entonaba "La Internacional" hasta cuatro veces "para que Susana Díaz la escuche".

"Cuando yo escucho a Susana hablar de su historia vital, de las cosas que le mueven y le conmueven, al igual que a otros militantes, yo me reconozco en ella". Con esa frase buscó Sánchez el acercamiento a Díaz, antes de manifestarle que "tú y yo hablamos el mismo idioma, el de la igualdad y la fraternidad". "Sumemos", pidió el líder del PSOE a la presidenta andaluza para enfatizar esa coincidencia tras meses de aguerrida confrontación. A cambio de ello, Sánchez obtuvo de Susana Díaz una declaración de lealtad de los socialistas andaluces, "la mía la primera, compañero Pedro". Por debajo de esa paz formal discurrían las discrepancias. Sánchez habló de España como "una nación de naciones", sin pronunciar el término plurinacionalidad mientras las presidenta andaluza eludió hablar del modelo territorial para centrarse en la defensa de la plena autonomía de la región.

Los socialistas andaluces son el principal foco de resistencia a la definición de la España plurinacional salida del último congreso federal y que tuvo plena aceptación en las otras cinco federaciones del partido que celebraron sus congresos durante el fin de semana. La presidenta del PSOE, Cristina Narbona,asegura no comprender a quienes se siente "incómodos" con la definición y pidió "no perderse en discusiones semánticas". "España es una nación de naciones, de nacionalidades, y no pasa nada", subrayó Ximo Puig, recién reelegido al frente de los socialistas valencianos . Para Puig, el problema territorial de España "no es Cataluña" aunque "explota allí".