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Decidida a hacer "historia", como ya había avanzado por la mañana la diputada de la CUP Anna Gabriel, la mayoría independentista del Parlament consumó anoche su golpe a la legalidad al aprobar la ley del referéndum para amparar la consulta de autodeterminación del 1-O, en una accidentada y bronca sesión que se prolongó durante casi doce horas, con numerosas interrupciones, suspensiones y rifirrafes entre diputados de la oposición y la presidenta del órgano legislativo, Carme Forcadell, centro de todas las quejas del PSC, el PPC, Ciudadanos y Catalunya Sí Que Es Pot (CSQP).

Dos horas después, al filo de las once y media, en el auditorio del propio Parlament y en un escenario adornado con las banderas catalana y de la UE, firmaron el decreto de convocatoria de la consulta el presidente catalán, Carles Puigdemont, y todos los miembros de su gabinete, para hacer colegiada la responsabilidad de la decisión, que vulnera la Constitución y el Estatut, como no dejaron de proclamar desde la tribuna de la Cámara los portavoces de la oposición en sus turnos de palabra.

Tal como estaba previsto, votaron a favor de la ley los 61 diputados de Junts pel Sí (JxS), más el diputado no adscrito Germà Gordó, y los 10 representantes de la CUP, mientras que los 11 de CSQP se abstuvieron, como habían acordado previamente para evitar que el grupo evidenciara su división. Los 25 de C's, los 16 del PSC y los 11 del PP catalán cumplieron su promesa y se ausentaron del hemiciclo para la votación.

El inicio del debate para la aprobación de la ley del referéndum no llegó hasta las siete y media de la tarde. Todo el tiempo transcurrido desde el comienzo del Pleno, a las diez de la mañana, hasta esa hora se lo comieron las disputas sobre cuestiones procedimentales. Y la polémica que ya se había desatado por la mañana, cuando la Mesa admitió a trámite la proposición de ley a petición de JxS y la CUP y se alteró el orden del día del Pleno ordinario, se reavivó de nuevo en ese momento.

La oposición rechaza de plano la fórmula escogida por la mayoría secesionista para impulsar el debate y votación de la ley: el punto 3 del artículo 81 del reglamento de la Cámara. Consideran que se trata de un atropello que vulnera sus derechos al permitir la tramitación de una norma de esa trascendencia con un debate único y "exprés" que impide que su articulado pueda ser enmendado a la totalidad y que lo exime de pasar trámites tales como el derecho de los diputados a solicitar un dictamen al Consejo de Garantías Estatutarias, lo que hubiera alargado la tramitación un mes y dado al traste con la cita del 1-O.

De hecho, este órgano, cuyas resoluciones no son vinculantes, hizo público a media tarde un acuerdo unánime, a petición de los grupos del PSC y de C's, en el que da razón a los grupos de la oposición. Es "preceptivo", argumenta, que todos los grupos parlamentarios tienen derecho a pedir al Consejo de Garantías que dé su opinión en relación a cualquier norma antes de que ésta se apruebe.

Además, el líder del PSC, Miquel Iceta, anunció que su grupo recurrirá de amparo ante el Tribunal Constitucional (TC), como también hará el PPC. "No podemos participar en una votación que certifica la pérdida de derechos de los diputados", señaló el político socialista antes de intervenir en el debate de la ley del referéndum, en el que advirtió a los secesionistas: "Ustedes la primera legalidad con la que rompen es la catalana".

La portavoz de C's, Inés Arrimadas, que fue igual de dura: "Han actuado como una mayoría absolutista y pisoteado los derechos de los ciudadanos". Y acusó a Forcadell de actuar como "la gestoría de Junqueras y Puigdemont". Terminado el debate, además, anunció la presentación de una moción de censura que no tiene ninguna posibilidad de prosperar.

En su turno, el portavoz del PPC, Xavier García Albiol, espetó a los soberanistas: "Han convertido el Parlamento de Cataluña en la institución menos respetable de todas las europeas, y además en un tiempo récord". Una denuncia que ya había hecho en la sesión matinal Joan Coscubiela (CSQP) al tachar la fórmula elegida por los grupos independentistas de "procedimiento bucanero".

El debate concluyó con la votación de la ley, en la que sólo estuvieron presentes 83 diputados: los 61 de JxS, Gordó, los diez de la CUP y los 11 de CSQP, que se abstuvieron. Pero en un día de gestos la jornada no podía acabar más que con gestos. Al ausentarse del Pleno para ignorar la votación, los diputados del PP cubrieron sus escaños con banderas catalanas y españolas. Gesto que no gustó a la diputada de CSQP Àngels Martínez, quien, entre los aplausos de los "cuperos", retiró las españolas y dejó las catalanas. Forcadell le pidió que dejara las banderas donde estaban.

Igualmente, y tras ganar la votación, los diputados de JxS y la CUP rompieron en aplausos y cantaron "Els Segadors". Una imagen, con el Parlament semivacío, que además de evidenciar la división existente en la Cámara, contrastaba con la tensión que se había vivido por la mañana y hasta media tarde.

La crispación de la oposición obligó a la Mesa del Parlament a reunirse cinco veces y cuatro a la Junta de Portavoces. Durante el Pleno fueron constantes las quejas opositoras por el comportamiento "parcial" y "autoritario" de Forcadell, a la que pudo verse nerviosa y molesta. Así, cuando un portavoz le pidió que se escuchara en el hemiciclo la opinión de los letrados del Parlament, que advirtieron que la ley contravenía las sentencias del TC, y Forcadell contestó que hablarían sólo si ella lo autorizaba.