Rajoy instó ayer a los catalanes que sean designados para formar parte de las mesas de votación del referéndum a que no respondan al llamamiento. El presidente rechaza hablar ahora de posibles cambios constitucionales para dar salida a la situación de Cataluña porque toca defender la Carta Magna frente a quienes "quieren liquidarla".

El conflicto soberanista copó ayer buena parte de la sesión de control al Gobierno en el Congreso. En una respuesta al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, sobre una posible reforma constitucional, Rajoy antepuso la defensa de la actual redacción y se muestra abierto a posibles cambios con posterioridad al 1 de octubre. Salvada la coyuntura actual, Rajoy asegura que no hay "ningún inconveniente" en hablar de aspectos de la Constitución susceptibles de reforma, aunque pone como condición que el proceso se desarrolle "con rigor, seriedad y sin ninguna suerte de ocurrencias como, desgraciadamente, estamos sobrados en España últimamente".

El jefe del Ejecutivo insta a rechazar la apariencia de legalidad de la consulta catalana y apunta que "si a alguien se le cita para acudir a una mesa electoral, que no vaya, porque no puede haber referéndum y sería un acto absolutamente ilegal". Rajoy advierte que las declaraciones de insumisión no frenarán la acción contra quienes se sumen a la consulta independentista.

El presidente conserva intacto el apoyo de los socialistas ante el desafío catalán, después de que el líder del PSOE, Pedro Sánchez, rechazara ayer la pretensión de Podemos de forzar antes del primero de octubre una comparecencia en el Congreso para abordar la situación de Cataluña. Los socialistas apoyan que esa comparecencia se produzca tras la fecha de la consulta independentista para evitar enfrentamientos parlamentarios que agraven la tensión política. "Todo debate que ayude a fortalecer las instituciones, que sume y no divida contará con nuestro apoyo", contestó Sánchez a la propuesta del "número uno" de Podemos, Pablo Iglesias.

La sesión de control al Ejecutivo registró ayer momento enconados, como la confrontación entre el diputado de ERC Gabriel Rufián y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Rufián preguntó a la "número dos" de Rajoy sobre su afirmación de que lo ocurrido en la sesión del Parlament en la que se aprobó de la ley del referéndum fue "la muerte de la democracia". Entre los abucheos de la bancada popular, Rufián mostró una impresora que identificó como "el cuerpo del delito", en alusión a la recomendación del Govern de que los catalanes impriman en casa sus propias papeletas en casa ante la eventualidad de que no dispongan de papeletas oficiales. El parlamentario de ERC señaló que su impresora no resulta "muy peligrosa" porque carece de capacidad para imprimir "billetes de 500" y pidió al Gobierno que "deje de hacer el ridículo" persiguiendo impresoras en lugar de "corruptos y ladrones". "Nos vemos en la urnas", concluyó.

Para Sáenz de Santamaría la intervención de Rufián forma parte de su "teatrillo semanal". La vicepresidenta contrapuso la libertad del Congreso a la "tiranía" de la cámara catalana, en la que "nadie podía hacer nada que no le conviniera a Forcadell y a su grupo". "Si eso fue una votación democrática, que venga Montesquieu y lo vea. La señora Forcadell mató la democracia y usted viene todos los miércoles aquí a darle sepultura", contestó la vicepresidenta al parlamentario de ERC . "Usted puede venir aquí a decir lo que quiera y traerse puesto lo que le venga en gana. Puede incluso traerse la impresora para enseñarnos a hacer manualidades para fabricarse el referéndum en casa", concluyó.