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Junqueras pide al "no" que refuerce al "sí"

La pretensión del vicepresidente de convencer que la consulta soberanista "va de democracia"

Junqueras pide al "no" que refuerce al "sí"

Salvo que la impresora de Rufián sea de 3D y permita imprimir una nueva realidad el soberanismo tiene muy difícil convencer a alguien de la limpieza de su proceso. Como reconocimiento explícito de que se les fue la mano en el juego con las cartas marcadas, el vicepresidente Junqueras abrió la campaña del "sí" animando a la concurrir a los partidarios del "no". La cena del líder de ERC con Iglesias, en la noche de la manifestación de Barcelona contra el terrorismo, tenía ya ese objetivo de lavar la cara a la consulta y evitar que, si llegara a haberlas, las urnas den una respuesta tan unánime en favor de la desconexión que confirme que no se trata de un referéndum sino de un plebiscito, destinado a ratificar la posición del Govern y de la mayoría parlamentaria que lo sustenta. La compleja posición de Podemos -a favor de que se vote pero contrarios a la independencia de Cataluña- es un terreno bien abonado para el sofisma de que el primero de octubre "va de democracia", algo que olvidaron en el pleno en el que el Parlament abrió el camino hacia la república catalana.

Como contribución al empeño de Junqueras en evitar la "bulgarización" del referéndum -en el que las urnas podrían ser opacas e incluso haber más papeletas que votantes- los "comunes" de Ada Colau se sumarán a la consulta como movilización ciudadana en favor del derecho a decidir y sin determinar la respuesta de sus militantes a la pregunta del día crítico. La izquierda desmigajada en siglas y asambleas, que en Cataluña alcanza su máxima expresión, se mueve en el estrecho reducto de unos pocos postulados, faltos de un mínimo desarrollo argumental, que dibujan un aparente territorio ideológico común, pero que no garantizan ninguna unidad en la acción política. Esa izquierda diversa y amorfa, que rehuye debates clarificadores y nunca fija posiciones que comprometan a todos sus miembros, provoca una alta volatilidad institucional, que se agrava en situaciones críticas como la que ahora enfrenta al Estado con la Generalitat.

Plebiscito o movilización ciudadana, la consulta catalana está envuelta en un exceso de follaje semántico que enturbia más todavía un proceso ya oscuro en origen.

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