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FRANC PONTI | Doctor en Economía y Empresa, es profesor de la Escuela de Alta Dirección y Administración (EADA) de Barcelona especializado en creatividad y negociación

"Las condiciones para negociar en Cataluña no existen: debería haber interlocutores nuevos"

"Será una jornada complicada, la gente saldrá a votar y si se encuentra con un guardia civil con metralleta... un drama"

Franc Ponti, durante su charla. LUISMA MURIAS

Franc Ponti (noviembre de 1961, Barcelona) tiene soluciones para todos los conflictos, pero el catalán se le va de las manos: "Es muy complicado". El profesor de la Escuela Alta Dirección y Administración (EADA) tiene claro, sin embargo, que ahora no hay negociación posible y para reactivarla hacen falta nuevos interlocutores. Ponti, doctor en Economía, licenciado en Humanidades y diplomado en Psicología, no desvela si es independentista, pero sí se posiciona a favor del referéndum. El martes impartió un taller sobre negociación en la sede de COFAS (Cooperativa Farmacéutica Asturiana) en Pruvia, en el marco de un curso superior de gestión farmacéutica.

- Como experto en negociación, ¿cómo resolvería el conflicto catalán?

-Es un tema muy complicado. Yo creo que ya ha llovido tanto -y además no ha llovido agua, sino ácido sulfúrico-, que las condiciones para la negociación en estos momentos prácticamente no existen. Habría que reconstruir la situación política. Para que se pueda negociar, tiene que haber dos partes, pero cuando ambas empiezan, con razón o no, a negar a la otra, es muy complicado. Otra cosa ya es lo que opinemos cada uno de qué parte tiene más culpa; y aquí no entraré. A mí me parece que éste está siendo un tema dramático para todos y que se está viviendo con mucha amargura y desilusión. La negociación debería ser más habitual entre los políticos. Hay una frase que a mí me gusta mucho y dice: "El peor enemigo para negociar es tu ego". Creo que los políticos tienen demasiado ego.

- Pero se celebre o no el domingo el referéndum, ese deseable estado de negociación estará completamente roto.

-Debería haber interlocutores nuevos. Desde mi punto de vista, más en el caso de España. No creo que Rajoy esté ahora mismo capacitado para liderar ninguna negociación. Pero quizá también por la parte catalana podría haber otro interlocutor. Sería lo ideal. Yo lo único que pido es que seamos capaces de entendernos y de hablar, porque, francamente, la situación es muy grave.

- ¿En Cataluña, cómo se está viviendo?

-Depende de si eres más proclive al referéndum o no. Pero hay una mayoría clara, que al margen de ser independentista o no, quiere que se haga la consulta. Cuando la gente, por una parte, te dice que quiere hacer un referéndum y en la otra parte, te dicen que las leyes no te lo permiten, cada uno está enrocado en su posición y de ahí no se sale. En mi opinión, son más importantes las personas que las leyes. Pero hay quienes piensan lo contrario, y sobre todo, si ello conlleva una desintegración de la actual España. Precisamente por ello, deberíamos ser más capaces de hablar. No sé cómo acabará esto, pero me imagino que el domingo será una jornada muy complicada en Cataluña. La gente va a salir a votar y si se encuentra con un guardia civil con una metralleta... Es un auténtico drama.

- ¿Sienten odio hacia España?

-Soy de Barcelona, soy catalán y hacia España no tengo el más mínimo odio. Al contrario: vengo a Asturias, o a Madrid, o a Sevilla y estoy encantado de la vida. España es un país fantástico. Pero eso no debería ser incompatible con escuchar a una mayoría de catalanes que no se sienten a gusto. De cualquier modo, esa idea que a veces venden fuera de Cataluña del odio no creo que sea cierta en absoluto. La gente lo que quiere es que haya cambios.

- ¿Sabemos en verdad lo que significa negociar?

-Los humanos no somos buenos resolviendo conflictos y negociando. Sólo hay que ver cómo va el mundo: Kim Jong-un en Corea del Norte con los misiles, conflictos territoriales por todas partes, guerras, conflictos conyugales... Los humanos tenemos -y esto está bastante demostrado antropológicamente y biológicamente- un cerebro que muy a menudo se nos desboca y el diálogo se convierte en que "yo soy mejor que tú". Pasamos por tanto del diálogo a la agresión y al desprecio. También se supone que si lo trabajamos a fondo, podemos tener la capacidad para darnos cuenta de ello y regularlo. Se llama inteligencia emocional, pero hay personas que lo tienen más resuelto y otras menos.

- Cambiando de tema y poniendo el foco en las empresas, ¿cómo aprendemos a ser creativos?

-A nivel individual, la clave está en soltarnos un poco. A veces somos demasiado racionales, demasiado lógicos, demasiado estructurados... Y todo esto está bien, pero en determinados momentos. Cuando necesitamos ideas rompedoras y originales, deberíamos obviar esa manera de funcionar y ser un poco más locos, y romper las normas sin miedo a equivocarnos. A nivel más empresarial, hay que pensar que todo es posible; que al final ser creativo es decir: "Oye, esto no me gusta, vamos a cambiarlo". No hay que mitificar la creatividad.

- Pero siempre nos da miedo el cambio.

-Sí... Hay personas que lo tienen muy interiorizado porque viven de rutinas y éstas es difícil que sean creativas. Pero hay otras personas que si no son creativas cinco veces al día, no quedan contentos. Con lo cual una compañía tiene que tener una cierta mezcla.

- ¿Cómo logra salir una empresa del "coma"? Ahora por desgracia hay muchas.

-No hay fórmulas mágicas, pero podría dar tres o cuatro consideraciones. Una es entender muy bien tu entorno y dialogar con él. Hay empresas que dicen: "Es que nosotros sólo damos estos servicios y si los compran, bien y si no, tenemos crisis". No, dialoga más, fíjate en los cambios y en las tendencias, habla más, empatiza más. Y luego, una vez tienes esta información, aplícala. Es el "Desing Thinking".

- ¿En qué consiste?

-Es una metodología que se utiliza mucho en el ecosistema más innovador del mundo, que es Silicon Valley, en California. Consiste en escuchar al usuario de un servicio o de un producto. El primer paso es empatizar, saber qué piensa e introducirlo haciendo un prototipo de bajo coste. Este proceso, que consta de cinco fases, es muy parecido al método científico, porque estás observando, emitiendo hipótesis y validando o rechazando esas hipótesis.

- ¿Se está aplicando en España ahora?

-Cada vez más. Creo que hay un cierto tsunami de "Design Thinking" en el mundo. En los próximos años va a ser uno de los protagonistas de seminarios y talleres en empresas, porque además es un método al que está invitado todo tipo de personas. Hay fases que son más analíticas y otras más transgresoras. Necesitamos la idea loca y a alguien más cuerdo que te diga: "Esto así no puede ser, pero si le damos una vuelta sí es posible".

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