"No doy abasto. Vendo banderas de España sin parar. Espera un momento, que le cobro a este señor la suya". María San Tirso atiende a este periódico a intermitencias, en el tiempo que le queda entre venta y venta. Es la propietaria de la tienda de disfraces y artículos El Toldo, en Oviedo, y el fiel reflejo de la frenética actividad que se vive en las empresas especializadas en la producción de banderas al haberse triplicado el número de pedidos en las últimas semanas. Factorías radicadas en territorio nacional y en China confeccionan a toda máquina tres tipos: grandes (1,60 x 1 metro), medianas (1,35 x 80 cm), para colgar en balcones o ventanas, y otras con palo, mucho más pequeñas, que pueden agitarse con fervor. Por ejemplo, la firma madrileña Sosa Días ha confeccionado 24.000 banderas rojigualdas en previsión de un incremento de la demanda ante el 1-O en Cataluña. Y la jugada le está saliendo muy bien.

El independentismo catalán, aunque curiosamente beneficia más al mercado chino que al de la península Ibérica. En el país asiático se produce la mayor parte de las esteladas que luego distribuyen bazares de Asturias, Málaga o Toledo, y que venden a precios muy competitivos varias plataformas digitales. Para muestra, un botón. La web alibaba ha distribuido 230.000 banderas catalanas en los últimos seis meses a poco más de dos euros la pieza.

Antonio García compró ayer una bandera de España en un bazar chino por tres euros con cincuenta. Se llevó una de las grandes con el objetivo de "ponerla bien visible colgando del alféizar de la ventana" en su domicilio ovetense del entorno del Palacio de Calatrava. Afirma que "hay que defender la unidad del país", que la suya es "una forma de expresión como otra cualquiera" y no entiende que las fachadas cubiertas de señeras sean noticia "cuando pasa exactamente lo mismo cada vez que juega la selección". El dueño del local oriental Qun Xian He disiente y le corrige. Nunca ha vendido tantas banderas españolas como ahora y lleva más de dos años abierto. "Ni por fútbol, ni por tenis, ni por nada". Su media de ventas en la última semana es de 25 o 30 banderas, mientras que antes apenas le pedían una o dos cada seis meses. De hecho, Xian He ha tenido que reponer mercancía.

Los más vendidos son los tamaños grandes y medianos, a un precio que oscila entre los 3 y los 10 euros, según medidas y calidad. A las banderitas con palo se les da más salida en otro tipo de acontecimientos, como eventos deportivos o visitas reales. "Lo que la gente quiere es colgar las banderas en el balcón y que cuanto más se vean mejor". La propietaria de la tienda El Toldo asegura que la media de edad de los clientes en busca de rojigualdas es "de 40 para arriba" y que incluso buscan calidad. Es decir, que el estandarte no pierda sus colores ni se degrade. Por eso, ella despide a cada cliente interesado en la bandera con la misma frase "se puede mojar y hasta lavar a mano".

En realidad, este tipo de banderas confeccionadas por lotes no cumplen los estándares de un acto oficial. No podrían ondear en un mástil porque se desintegrarían simplemente con vientos de 30 kilómetros por hora. Eso sí, de aquí al 1-O aguantan.