Leer LA NUEVA ESPAÑA permite disfrutar de las opiniones de las firmas del día. La relevancia del autor y buena escritura acompañan a la de Pedro de Silva. Sin embargo, su comentario del pasado lunes, 2 de octubre ("Ayer, reseña histórica") deja un regusto amargo.

Creo que tras la triste jornada del domingo 1 de octubre, se debería aclarar que los culpables principales de lo sucedido ese día fueron el señor Puigdemont y su gobierno. Es triste que los que creemos en el Estado de derecho debemos señalar algo tan obvio como eso. Recordar en el día siguiente la anulación del proyecto de Estatuto en 2010 desvía, en mi opinión, el análisis de la raíz del problema. Uno supone que el Tribunal Constitucional no anula un Estatuto porque "no le gusta".

Es cansino escuchar (y oír llorar) a los señores Piqué o Carlos Marco (en las páginas del diario, el domingo 1 de octubre), lamentando que se impida el derecho "democrático" a votar, sin que nadie les recuerde que su derecho a votar interfiere gravemente con el mío. Mientras no se cambie la ley vigente, el destino de Cataluña, como el de cualquier otra parte del territorio, es responsabilidad de todos los españoles. Piqué puede pensar y desear que sólo dependiera de los que allí viven (a lo mejor de sólo una parte), pero la ley vigente no dice eso, y al menos algunos esperamos que las leyes se cumplan.

Nos podemos sentar a negociar qué hay que cambiar, aunque no deberíamos hacernos muchas ilusiones de la negociación con nacionalistas (parece que no aprendemos). Uno es pesimista si la voluntad principal del Partido Socialista es, en estos momentos tan difíciles, "echar a la derecha". El pesimismo es mayor cuando escucha las palabras del presidente del Principado apoyando la actuación del domingo y la defensa de la legalidad, y piensa que es un socialista que se está yendo...

Los que apoyan a Puigdemont, Junqueras y compañía deberían ir explicando la reducción de inversiones, pensiones y recursos financieros en general que se producirán tras la salida de Cataluña. La separación creará muchas dificultades a los catalanes, pero también nos hará más pobres al resto. Aunque sólo sea por eso, Piqué debería comprender que no me vale que ellos voten y se lo guisen. No espero que lo comprenda.

Y sí, a veces uno se deja llevar por la melancolía y piensa como el profesor Villaverde el mismo día 2 en el diario, que mejor que se vayan.

J. Corrales, Oviedo