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Declarar la independencia sin decirlo

El fin del autoengaño secesionista

Declarar la independencia sin decirlo

Hubo un momento de la tarde en que pareció que Cataluña estaba un poco independizada. Puigdemont monopolizaba la atención de la historia y en lugar de una proclamación rotunda de la desconexión le salió la versión secesionista del viejo chiste del embarazo parcial. No fue un acto fallido por efecto de la presión de los grandes momentos sino el resultado de muchos días de pensar en cómo declarar la independencia sin decirlo. Para salir airoso del intento de retorcer el vínculo entre las palabras y sus consecuencias, el presidente de la Generalitat habría necesitado más el auxilio de un filósofo especializado en la lógica del lenguaje que del sanedrín de que se rodea, entre los que figuran desde antiguos miembros de la organización terrorista Terra Lliure a los "Jordis" de la ANC y Òmnium, piezas imprescindibles en ese enorme proceso histórico que ayer parió un ratón.

La CUP, ajena a los saltos lógicos de Puigdemont y alejada de los sibilinos modos jesuíticos de Oriol Junqueras, no entiende de tibiezas. La rotundidad de sus acusaciones de traición y la decepción visible en sus rostros despejó cualquier duda sobre lo ocurrido en el pleno del Parlament y desactivó las voces que anunciaban la declaración de independencia. El "hoy toca proclamar la República" de los radicales dejó constancia de que el bloque soberanista está roto justo cuando la cima de su proyecto parecía al alcance de la mano.

El autoengaño del secesionismo sufrió ayer su caída más dura. Sin reconocimiento exterior, con las empresas en desbandada y con la discrepancias creciendo en el seno del propio PDeCAT Puigdemont se quedó sin margen de maniobra. Inútil, por ello, exponerse a las consecuencias judiciales de una proclamación carente de todo recorrido. En eso sí parecen haber aprendido algo de un pasado cercano de pronunciamientos sólo útiles para engordar el martirologio.

La reacción gubernativa llegará hoy y su alcance determinará si lo de ayer en el Parlament abre una nueva fase en los muchos meses de escarceos o es el episodio final, por ahora, del proceso.

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