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Independencia en diferido en Cataluña, pero abierta en Oviedo

La clientela de la cafetería con nombre tan de actualidad deja en manos de los catalanes "salir del follón que ellos armaron"

Estela Domínguez, en la caja de la cafetería Independencia, en Oviedo, con varios clientes ante la barra. MIKI LÓPEZ

En Oviedo, independencia al cubo, pero no a la catalana. Nada de política. Los clientes del bar Independencia, en la calle Independencia y con esta misma palabra clave para permitir acceder a su wifi, asistían ayer por la tarde, mayoritariamente indiferentes, a la presunta declaración televisiva de independencia de Cataluña. Vamos, que el asunto parecía que no iba con ellos para nada.

Al final, su actitud de cierta apatía confirmó lo que iba a suceder poco después. Ni que lo olieran. Se podría decir que todo quedó en agua (republicana) de borrajas.

"Lo previsto", espetó el colombiano John Delgado mientras esperaba el autobús de Tudela Veguín apurando una cerveza en la aún poco concurrida barra. "Cataluña es de España y no me parece bien que se quiera independizar. Cuando dieron marcha atrás a última hora, por algo será", razonó el cliente con lógica elemental. "Para llegar a esta conclusión no hace falta ser sociólogo", añadió. Resumiendo, sabiduría popular, justo la que les falta a algunos políticos.

Estela y estelada

Tras la barra, la joven Estela Domínguez atendía a la tranquila clientela que se sentaba en las mesas. "Son las personas de todos los días, que ni se molestaron en hacer la broma por el nombre del bar. Vienen, toman su consumición, hablan con los amigos y se marchan. Sin más", dice la camarera Estela. Nada que ver -por si alguien quiere hacer el chiste fácil- con la estela...da independentista.

La excepción la vivió la dueña del bar, Lucía Méndez, cuando un cliente que no sabe muy bien -reconoce- si era italiano o argentino le bromeó sobre el nombre de su negocio: "El colmo fue cuando me pidió la clave del wifi y le dije que empezaba también por independencia. Pensó que éramos independentistas catalanes, pero muy pronto lo saqué de la equivocación".

Al final, eso sí, el cliente y la propietaria del bar se partieron de risa.

Por lo demás, el resto de los parroquianos optaron por pasar del tema, unos porque decían que lo del separatismo ya les cansaba (comprensible) y otros porque sencillamente dejaban "en manos de los catalanes salir de este follón".

"La armaron buena, se metieron en un callejón sin salida y ahora a agachar les oreyes", en expresión muy asturiana. Más claro no se pudo expresar Manuel Zapico. "Pero pon Manolín, que así me conoce todo el mundo en la Argañosa", puntualizó

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