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Tras la consulta sobre la secesión catalana | Antecedentes y consecuencias

La profecía de Tarradellas

El primer presidente de la Generalitat tras la dictadura denunció en una carta en 1981 los peligros de la deriva secesionista de Pujol

El honorable en Asturias.

"Es urgente que Cataluña recupere la unidad y que se olvide todo lo que nos separa, porque nuestro país es demasiado pequeño para que se desprecie a ninguno de sus hijos y lo bastante grande para que quepamos todos". La frase pone punto y final a una carta que Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat entre 1954 y 1980 (la gran mayor parte de ese tiempo en el exilio, lejos de la dictadura franquista), escribió hace ahora 36 años, aunque por su contenido podría estar fechada hoy mismo.

Los paralelismos son evidentes. Sin embargo, la misiva data del 16 de abril de 1981, unos pocos días después de que Jordi Pujol llegara a la presidencia del Gobierno catalán. El Honorable Tarradellas, fallecido en 1988, defendía en su escrito la necesidad de preservar y cuidar los lazos que mantienen unidos a España y Cataluña. Y ya advertía de que los peligros de cómo una deriva nacionalista podría llegar a cortar de un tajo ese nexo. La amenaza secesionista está ahora sobre la mesa, pese al cambio de caras en el poder.

Tarradellas, presidente de la Generalitat en el exilio, fue una figura clave de la Transición. Pronunció el 23 de octubre de 1977, hace ahora cuarenta años, una frase que ha quedado grabada en la memoria colectiva de aquella generación. Desde el balcón del Palau de la Generalitat, a su regreso de Francia, dijo: "Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí" (ciudadanos de Cataluña, ya estoy aquí). Ocurrió tras el fin de la dictadura y con el inicio de una nueva época política. Cuatro años después de aquello escribía esa carta dirigida a su amigo, el entonces director del periódico "La Vanguardia" Horacio Sáenz Guerrero que fue publicada en el diario y que parece no haber perdido vigencia pese al paso del tiempo. Así, en 1981 Tarradellas señalaba que "es desolador que hoy la megalomanía y la ambición personal de algunos, nos haya conducido al estado lamentable en el que nos encontramos. ¿Cómo es posible que Cataluña haya caído nuevamente para hundirse poco a poco en una situación dolorosa, como la que está empezando a producirse?".

Por aquella época, hacía ya un año que Tarradellas había abandonado el Gobierno de la Generalitat y le había cedido el mando a un, por entonces, joven Jordi Pujol, con el que mantenía una clara confrontación de ideas sobre cuál debería de ser el futuro la comunidad mediterránea.

Tarradellas relata cómo fue vetado por el propio Pujol por querer acabar el acto de traspaso de poderes "gritando vivas a Cataluña y a España".

Como si se tratara de un augurio de lo que acabaría por llegar 36 años más tarde remata la anécdota de aquel veto asegurando que "todo esto me produce tristeza y una honda inquietud de cara al futuro. Durante estos últimos diez meses todo ha sido bien orquestado para llegar a la ruptura de la política de unidad, de paz y de hermandad aceptada por los ciudadanos de Cataluña". Luego añade: "Sé muy bien que ahora no se proclamará el Estado Catalán ni la República Federal Española, ni los responsables de cuanto sucede morirán por Cataluña, nada de eso. Lo que se hará es querer hacer olvidar las actitudes irresponsables de los mismos que ya han hecho fracasar nuestra autonomía, consiguiendo la desunión de Cataluña y el enfrentamiento con España; y por eso la actitud de los autores de esta situación es imperdonable".

También explica como, en la tarde del seis de octubre de 1934, trató de disuadir al presidente de la Generalitat, Lluis Companys, de proclamar el estado catalán. "No se nos escuchó, la demagogia y la exaltación de un nacionalismo exacerbado pesó más que la opinión de aquellos que preveíamos, como así ocurrió, un fracaso rotundo", señalaba.

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