El independentismo catalán tiene en los procesos nacionales de las repúblicas balcánicas uno de sus principales modelos de inspiración. La declaración de independencia que hizo el pasado martes el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, quedó en suspenso después, algo similar a lo que hizo Eslovenia para negociar su separación efectiva de Yugoslavia en 1991.

Sin embargo, la negativa del Gobierno a aceptar cualquier diálogo que obedezca a las premisas del referéndum del 1 de octubre, estaría haciendo al Govern catalán repensar su estrategia y apostar por la denominada ´vía Kosovo´.

Esta línea de actuación se basaría en el proceso que desarrolló Kosovo para proclamar su independencia de Serbia en 2008 y se resume en un modelo de independencia unilateral justificada por violaciones de Derechos Humanos.

Kosovo formaba parte, como provincia autónoma, de Serbia después de la desmembración de Yugoslavia. Su población, no obstante, es de mayoría albanesa. Para los serbios, Kosovo es una de las bases de su identidad nacional. El régimen de Slobodan Milosevic, heredero del poder de Belgrado, comenzó una brutal represión a finales de los 90 contra la población civil kosovar tras las derrotas militares contra las fuerzas de Croacia y los bombardeos de la OTAN.

El conflicto humanitario se agravó y la ONU tuvo que intervenir ante el desagrado de Rusia, principal soporte de Serbia entonces. Naciones Unidas eligió al político finlandés Martti Ahtisaari como mediador entre las partes. El proceso se resolvió diez años después, cuando el Parlamento de Kosovo proclamó su independencia de manera unilateral. Las autoridades serbias la rechazaron de plano, pero el Tribunal Internacional de Justicia, radicado en La Haya, la avaló, aduciendo que estaba justificada por las vulneraciones de las normas internacionales de Belgrado sobre Kosovo.

La independencia de Kosovo fue rápidamente reconocida por Estados Unidos y el Reino Unido, pero a lo largo de estos años muchos otros países no han reconocido a nuevo Estado, entre ellos España, China y Rusia. En un libro del año 2016 en defensa del proceso soberanista, el presidente Puigdemont ya defendía esta vía, tal y como hizo Artur Mas en 2013: "Si no quieren que seamos Escocia y no nos dejan hacer valer el principio democrático, tendrán un Kosovo, pacífico, cívico y masivo", se recogía en 'Què ens està passant'?, de Gemma Calvet.