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MARTA RODRÍGUEZ FOUZ | Doctora en Sociología, profesora de la Universidad Pública de Navarra

"Para un vasco, da vértigo ese relato que rompe la convivencia en Cataluña"

"El que apuesta por matar también está sacrificando su vida; lo que hay ahí es un velo ideológico brutal que impide ver el rostro del otro"

La profesora Marta Rodríguez Fouz, en la Facultad de Derecho. MIKI LÓPEZ

La profesora de la Universidad Pública de Navarra Marta Rodríguez Fouz analizó ayer en Oviedo el fenómeno de ETA en la primera jornada del II Seminario hispano-italiano "Guerra, derecho y seguridad en las relaciones internacionales", en la Facultad de Derecho. Autora del volumen "Los retos de la identidad. Jürgen Habermas y la memoria del Guernica", esta gallega que creció en Eibar y que da clases en Navarra, confiesa que el proceso que vive Cataluña no deja indiferente a la nadie en el País Vasco. "Para un vasco, da vértigo volver a escuchar, a hora referido a Cataluña, ese relato que rompe la convivencia", indica. El que se ha instalado en el País Vasco tras la "escabechina de ETA" pasa de puntillas sobre la asunción de responsabilidades. Es el "velo ideológico que impide ver el rostro del otro".

- Ha analizado el fenómeno del terrorismo de ETA.

-ETA identificaba automáticamente y de manera brutal al enemigo como aquel que choca contra mis objetivos políticos. Gracias a eso, desde un punto de vista ideológico puedo eliminarlo, y no tengo reparos por el dolor infligido. Luego, cuando hago el relato sobre ese dolor infligido tengo reparos en términos morales, éticos y políticos.

- ¿Qué relato se está haciendo de lo que ocurrió?

-Me parece problemático, porque se está buscando constantemente igualar, contarlo como si hubiese sido una lucha, una guerra, una batalla entre dos bandos. Y no ha sido así, porque unos han sido los perseguidores y otros los perseguidos. Se ha secuestrado y matado a periodistas, empresarios, opositores políticos -socialistas y del Partido Popular-, ingenieros... Ha habido una auténtica persecución del otro.

- ¿Cómo se justifica perseguir y matar al otro?

-Yo creo que el que apuesta por matar, también está sacrificando su vida. Lo que hay ahí es un velo ideológico brutal que impide ver el rostro del otro, por su sueño. Como ha habido un apoyo social durante años a la escabechina de ETA, cuesta asumir la culpa y la parte de responsabilidad de la sociedad, en términos de silencio, de lo que se hizo, de no condenar con contundencia. Ahora se quiere pasar como de puntillas sobre todo aquello.

- No hay una asunción de responsabilidades.

-Creo que no. Si ya hace años, en una Comisión de Derechos Humanos del parlamento vasco se metía ahí a terroristas de ETA. O cuando se pretende esclarecer todos los asesinatos que están sin resolver, se habla de que están delatando a tus compañeros. Todo eso me parece que no se ha asumido críticamente ese pasado.

- ¿Llegarán a pedir perdón los etarras?

-Con el perdón tampoco restauras el dolor. Yo creo que hay una zona de no fisura, de no reconocimiento del dolor causado. Cuando se habla de eso, se salta automáticamente con el GAL, con abusos policiales, el velo ideológico que impide no justificar humanamente lo que has hecho. Cuando alguien pide perdón a las víctimas, enseguida se le dice que está buscando beneficios penitenciarios. Tampoco sé si realmente hace falta. Simplemente, que dejen de matar.

- ¿Se puede construir una identidad de la nada, en las escuelas, tal como se denuncia ahora en el caso de Cataluña?

-Es complejo. Una bandera, al final, ¿qué es? Un trozo de tela para unos , y para otros algo que significa muchísimo, porque lo ve arraigado en el pasado, en un futuro en el que sueña. No es un único factor. Las escuelas pueden jugar un papel, la prensa puede jugar otro, los propios entornos familiares, el grupo. Hay una clave sociológica.

- ¿Se repite en Cataluña lo que ocurrió en el País Vasco?

-Da un poco de vértigo. La misma acusación de las escuelas en Cataluña se decía también de las ikastolas. Lo que da vértigo es volver a escuchar, ahora referidos a Cataluña, determinados relatos que tienen que ver con esa distinción brutal entre el que está conmigo y el que está contra mí. Eso rompe la convivencia. No va hacia ningún lado positivo.

- Lo que se ha escuchado esta última temporada en Cataluña me ha sonado a la cantinela del País Vasco de hace unas décadas.

-Son eufemismos. Al final, ha habido una perversión del propio significado de la democracia. Porque la democracia no es que yo me invento las leyes y las llevo a mi propio terreno. Es asumir que tendrá que trabajar y atender y escuchar dentro de la propia dinámica democrática, independientemente de que no tengamos que sacralizar ningún marco. Ellos hablan de ritmos, pero no creo que sean ritmos, es una cuestión de déficit democrático. A lo que sufrimos la tralla durante años en el País Vasco, todo esto nos da vértigo.

- Ese mantra de los presos políticos, tan del conflicto vasco...

-No se hace inocentemente. Motiva a los más jóvenes y combativos, contribuye a crear frentismo. A mí no me gusta que haya políticos en la cárcel, pero tampoco me gusta ver a políticos rompiendo la convivencia. No sé que otras armas va a tener un Estado de Derecho para defenderse en una situación como esta.

- Hay diferencias no obstante. En Cataluña no se ve una violencia como la kale borroka.

-Espero que no se llegue a eso. Pero hay imágenes que pueden ser similares, cuando se ve un enfrentamiento entre Policía y manifestantes. Yo creo que de los años duros del plomo en Euskadi hemos aprendido. De hecho se ve en los políticos catalanes, apelando a la democracia, a la no violencia, a no buscar la ruptura. Otra cosa es que con tus acciones y tus hechos provoques esa ruptura de la convivencia.

- Se habla de que el País Vasco puede seguir a Cataluña en su pulso al Estado. ¿Hay mimbres?

-Lo último fue el famoso plan Ibarretxe. Hay cierto miedo al efecto dominó de ruptura, pero también hay mucha más cautela por lo que se ha recorrido. Desde la izquierda abertzale se ha acusado siempre al PNV de estar con el poder, de connivencia, de no buscar realmente la independencia. Pero ha habido cierto aprendizaje de qué curso no tomar. Pero no lo sé realmente, no soy futuróloga.

- ¿Cómo vive Navarra el abrazo vasco?

-Tenemos un Gobierno con una vertiente bastante provasca. Hemos pasado de una UPN que odiaba vasco a un Gobierno que promueve el euskera. No creo que haya temor alguno.

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