Pascual Sala (Valencia, 1935) reúne en su trayectoria profesional tres hitos como la presidencia del Tribunal Supremo, el Consejo General del Poder Judicial y el Constitucional que acentúan su condición de jurista al que siempre conviene escuchar, máxime ante posible reformas legales de calado.

-Hay quienes proponen una reforma constitucional marcada por el federalismo y plurinacionalidad. ¿Qué le parece?

-En contra de lo que modernas fuerzas políticas plantean en sentido despectivo como régimen del 78, la Constitución es una de las más progresistas del mundo: instauró un acuerdo político y un verdadero régimen democrático. Pero, dicho eso, la Constitución tiene que adaptarse a los tiempos actuales. Hace falta una reforma para concretar el Estado de las Autonomías que la Carta Magna del 78 solamente diseñó porque en España nunca hubo un Estado compuesto.

-¿Hacia un estado federal?

-Pues le pueden llamar como quieran. En estados federales en Europa, el más completo es el alemán, sin duda, y luego en Italia hay autonomías con régimen especial y ordinarias. En España hace falta concretarlo y establecer que el Senado sea una cámara auténticamente de representación territorial no de segunda lectura, como ahora, que sirva para encauzar y enderezar el Estado compuesto que es el de las autonomías. También se necesita una definición clara de las competencias, cuáles son las de las autonomías y las que son exclusivas del Estado. Y el necesario respeto a esas competencias para que no tenga que resolverse todo a golpe de competencias del Tribunal Constitucional. Pero esto no se puede hacer de la noche a la mañana, como algunos partidos parecen insinuar o pretender, al igual que se hacen muchas de las leyes actuales en función de los que piensan los electores en un momento determinado y que hasta contradicen a otras anteriores. Una reforma constitucional tiene que ser meditada, estudiada, bien hecha, sin improvisación y con el consenso necesario para que funcione bien. Hace falta actualizarla y esto no es devaluarla porque ha pasado el tiempo y el Estado de las Autonomías hay que cerrarlo, hay que terminarlo.

-¿Se puede avanzar reformando sólo el Senado, la financiación autonómica, la ley electoral? ¿Para eso no es preciso tocar la Constitución?

-Claro. Se puede reformar sin necesidad de modificar la Constitución, con cambios en las leyes. Pero también se tiene que hacer meditadamente, no se puede transformar un régimen electoral por un arrebato del momento.

-¿Sin política y a golpe de sentencias se puede solucionar el envite independentista?

-No. La Justicia es la última pieza que en un Estado de Derecho, cierra la organización jurídico-política. Es la última, no la primera como muchas veces se la presenta. Los jueces no pueden sustituir a la política porque contestan con criterios jurídicos y constitucionales, que muchas veces no coinciden con los políticos. La política no puede ser sustituida por la Justicia.

-¿Más descentralización solucionaría la crisis territorial?

-Ése es el objeto del estudio para el cierre del Estado de las Autonomías y que no tenga que cerrarlo el Tribunal Constitucional a golpe de sentencias. Se puede estudiar si conviene un mayor número de competencias o uno menor. Los ciudadanos españoles tienen los mismos derechos fundamentales, pero como el Tribunal Constitucional se ha cansado de decir, igualdad no es uniformidad. Son cosas que conviene recordar.

-¿Cómo se pueden reconocer esas singularidades en la Constitución sin parecer privilegios a determinados territorios?

-Ya hay algunas reconocidas. La Constitución garantiza los derechos históricos de los territorios forales, un régimen especial que el País Vasco y Navarra tienen legítimamente. Y esto es un reconocimiento constitucional de la singularidad. Podrían reconocerse las singularidades en la Constitución y yo sería partidario de que se hiciera pero cuando se tienen. La singularidad de Cataluña no es un capricho de los catalanes sino que hunde sus raíces en la historia, la lengua, la cultura y hasta en el derecho. El reconocimiento de esa singularidad podría hacerse como el reconocimiento legítimo de territorios históricos forales como Navarra y País Vasco.

-Hay una imposibilidad histórica de reformar las Constituciones. Los actores políticos parece que se van a poner de acuerdo.

-Costó bastante hacer la Constitución de 1978 aunque eran políticos de talla. No se puede hacer por oportunismos electoralistas, como desgraciadamente se afrontan las necesidades legislativas en la actualidad. Tiene que ser por necesidad y la necesidad es cerrar el Estado de las Autonomías. No es culpa de la Constitución que solo diseñara porque era la primera vez que se establecía un Estado de las Autonomías, pero ahora 40 años después ya es hora de cerrarlo y de completarlo.