La detención en Alemania del expresidente independentista catalán Carles Puigdemont, acusado de rebelión por la justicia española y objeto de una orden de detención europea, llevó este domingo a miles de militantes separatistas a las calles de Barcelona.

Cientos de personas convocadas por los Comités de Defensa de la República (CDR), intentaron acercarse a la delegación del Gobierno español, pero la policía catalana les cerró el paso.

Algunos manifestantes lanzaron botellas de cristal y vallas y empujaron contenedores hacia los agentes, que respondieron con porrazos e incluso disparos al aire. Cuando consiguieron dispersar la protesta, los disturbios se expandieron por otras calles en las que incluso se formaron barricadas con contenedores quemados.

Los disturbios en Barcelona dejan un centenar de heridos

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Los altercados se saldaron con 90 heridos leves en Barcelona, entre ellos 22 policías, según los servicios de emergencias de la región y nueve detenidos.

Mientras, 55.000 personas -según la policía municipal- convocadas por la organización independentista Asamblea Nacional Catalana desfilaron pacíficamente por el paseo de Gracia, una de las avenidas principales de Barcelona.

La multitud, que enarbolaba banderas independentistas y pancartas donde se reclamaba la "libertad de los presos políticos", marchó desde la delegación barcelonesa de la Comisión Europea hasta el consulado alemán.

"Lo que nos están haciendo estos días es totalmente desmedido. Nos tratan como a criminales por querer la independencia. Ya no es cuestión de ideología sino de respeto a los derechos humanos", dijo, llorando, Rosa Vela, una profesora de 60 años.

Judit Cárpena, una estudiante de arquitectura de 22 años, se dirigió por su parte a quienes se oponen a la independencia de Cataluña. "No canten victoria", dijo. "No es el fin del independentismo, ni mucho menos. El independentismo lo lidera el pueblo y a todos no nos pueden encarcelar. Habrá otros Puigdemont".