El presidente de Ciudadanos (Cs), Albert Rivera, calificó de Gobierno "rebelde" el nuevo Ejecutivo catalán nombrado por Quim Torra, por tratarse de consejeros "presos" o "huidos" de la justicia, según denunció en un tuit. Para Rivera, líder del primer partido de la oposición en Cataluña, es necesario seguir aplicando el artículo 155, con el fin de garantizar la "unión y los derechos de todos los catalanes" ante las decisiones adoptadas por el nuevo presidente de la Generalitat.

La líder de Cs en Cataluña, Inés Arrimadas, jefa de la oposición en el Parlament, defendió igualmente la intervención de la Generalitat porque, afirmó, con "un presidente supremacista, un plan ilegal anunciado en el Parlament y un Govern con dos presos y dos fugados que dieron un golpe contra la democracia", el 155 "no se puede levantar".

El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, calificó, por su parte, de "grave error" el nombramiento de consejeros que no podrán ejercer de forma efectiva y criticó la presencia de sólo tres mujeres en el gabinete, proclamando que es "inexcusable no atender un mínimo criterio de paridad". Por todo ello, consideró que las primeras decisiones que está tomando Torra "no son en absoluto esperanzadoras".

Cataluña en Comú-Podem, los comunes, también criticaron la composición del nuevo Ejecutivo de la Generalitat por estimar que está "más pendiente de Berlín que de la Cataluña que quiere avanzar", además de no ser paritario. La formación lamentó que Torra, "tenía la oportunidad de hacer un Govern que escuchara la Cataluña de la huelga feminista" y de la campaña #onsonlesdones.

El líder del PP catalán, Xavier García Albiol, afirmó, a su vez, que "la composición del nuevo Govern es un claro mensaje de la voluntad de seguir instalados en la bronca, el conflicto y la provocación". También señaló García Albiol que el Gobierno de España "estará a la altura para dar la respuesta adecuada al incendio" declarado ayer.

Nunca en los telediarios, como sucedió ayer, se enfrentaron tan nítidamente dos mundos narrativos: el cuento de hadas de la boda londinense de Enrique con Meghan y la telenovela catalana -no se pierdan los capítulos que escenifica Carlos Alsina cada mañana en Onda Cero- con el nuevo gobierno de Quim Torra, que incluye nombramientos de consellers en la cárcel y a otros huidos de la Justicia.

La crónica social se completa con el debate en Podemos sobre el chalet de Pablo Iglesias e Irene Montero que un columnista de "Expansión" saluda alborozado, y sin ironía, al interpretar que eso demuestra que "aceptan la realidad aspiracional de las clases medias". Todo eso sobre el vodevil parlamentario incesante en un país que, según las encuestas, tiende al empate infinito paralizante: empate entre independentistas y constitucionalistas; entre derechas e izquierdas, según la antigua usanza; empate dentro del bloque de derecha entre populares y Ciudadanos y de la izquierda entre PSOE y Podemos. Solo los nacionalistas del PNV, y antes los convergentes de Pujol, se benefician vendiendo carísimos los votos para romper el bloqueo.

Mientras todo eso sucede en la superficie informativa, la preocupación de Europa va por otros lado: el despropósito de gobierno populista italiano entre la extrema derecha de la Liga y la izquierda más extrema del M5S ha alarmado a la Unión. Las cuentas italianas no cuadran -deuda pública desbocada más promesas de reducción de impuestos inasumible- por lo que la estabilidad pretendida se torna seria amenaza. Lo de Cataluña se empequeñece frente al temor de que Italia pueda descarrilar. Que se debiera intervenir la economía portuguesa, o la griega, fue un riesgo pero una agonía económica del gigante italiano hace inimaginable un rescate.

Además de Italia, la posible desestabilización europea por ciberseguridad y noticias falsas es preocupación de los poderes fácticos. Llama la atención que sean las fuerzas armadas de los distintos países las que protagonicen el estudio y las propuestas de medidas contra la nueva amenaza. Por Madrid pasó el Secretario General de la OTAN y sorprendió con sus declaraciones, que poco tenían que ver con geoestrategias o tecnología militar. "La propaganda no se combate con propaganda", dijo Jens Stoltenberg, "sino con periodismo de calidad. Necesitamos periodistas que hagan preguntas incómodas", remató desconcertando a cualquier informador temeroso de ser marginado por formular cuestiones molestas.

Algunos países europeos -a la cabeza Francia, Alemania, España y Polonia- toman medidas, que ya se verá si son efectivas o no, pero al menos reaccionan ante el alud de noticias falsas que alteran las opiniones públicas. Macron impulsa una ley, Alemania endurece las sanciones y en España se encarga al Consejo Nacional de Ciberseguridad, creado en 2013, que además de reforzar la seguridad, contrarreste la campaña de desinformación. El general Carlos Gómez, que encabeza el Mando de Ciberdefensa, sostiene que "una población culta y formada es más resistente a las noticias falsas, verdaderas armas de persuasión masiva".

La inteligencia alemana ya concluyó hace pocos días que se había producido injerencia rusa en la crisis catalana. Las primeras informaciones se han confirmado: las granjas de "bots" rusas, especialmente las de San Petersburgo, que aceleraban la difusión de noticias proindependentistas desde servidores venezolanos, o de otros países, actuaron con intensidad en el entorno del desdichado 1 de Octubre y en otros momentos relevantes del proceso. Aunque el general Sanz, jefe del Centro Nacional de Inteligencia considere "un poco exagerada la afirmación de que el mundo vive una segunda guerra fría", el interés ruso por desestabilizar la Unión Europea vía "Brexit", o vía Cataluña, parece probado. Pero la crisis italiana oculta o minimiza lo demás. Y no será porque no se hagan aspavientos mediáticos para llamar la atención desde Barcelona o Berlín.