El debate y la votación sobre la continuidad de Pablo Iglesias e Irene Montero al frente de Podemos por la polémica del chalé ha puesto al descubierto las grietas en la organización morada en Asturias y la existencia de, al menos, dos sectores con análisis muy divergentes, el mayoritario, que lidera Daniel Ripa y el más identificado con Pablo Iglesias, con los anticapitalistas en un tercer plano.
Aunque en Podemos Asturias no tienen conocimiento del resultado regionalizado de la consulta sobre la continuidad de Pablo Iglesias al frente de la secretaría general de la formación morada y de Irene Montero como portavoz en el Congreso, las primeras valoraciones fueron coincidentes al destacar la gran participación de las bases, mayor aún que en Vistalegre II. A partir de ahí las diferencias, que ya quedaron de manifiesto al principio del proceso cuando el secretario general autonómico, Daniel Ripa, manifestó a título personal que estaba "dolido" y que no le "gustaba" la compra del chalé por parte de Iglesias y Montero, unas declaraciones que le valieron el reproche público por parte del propio Iglesias. El sector más afín a Pablo Iglesias en Asturias también ha exteriorizado su malestar con lo que consideran una estrategia de "desgaste interno", según advierte la diputada autonómica Lucía Montejo. "Este proceso ha servido para que cada vez más gente se dé cuenta que en Asturias hay dos sensibilidades, una que cree en el proyecto de Podemos mientras otras personas tienen un proyecto propio asturiano al margen y que Podemos para ellos es un mal necesario", manifestó Montejo para la que la consulta interna refleja "la coherencia brutal nunca vista antes en este país para someterse a una votación difícil, en tiempo exprés y con todo en contra. Con el paso de los días hemos visto que la alarma mediática desproporcionada tenía mucho que ver con la sentencia de Gürtel".
Los anticapitalistas de Asturias mantienen postulados similares a los de otras regiones: "La consulta, que era innecesaria, refleja una gran pluralidad y refleja un cierto descontento. Que un tercio vote en contra quiere decir que hay que cambiar algunas cosas: menos hiperliderazgo y más liderazgo coral, compartido", plantea un portavoz "anticapi".
