A Alberto Núñez Feijóo la militancia partidista, la de carné y cuotas, le llegó pasados los 40, una edad poco habitual para la vida política española de los partidos tradicionales.

Era la segunda legislatura de José María Aznar al frente del Gobierno, la de su mayoría absoluta, y Núñez Feijóo presidía una de las empresas públicas más grandes del Estado: Correos.

Antes, este licenciado en Derecho y alto funcionario de la Administración gallega había desempeñado distintos cargos en varias consellerías de la mano de su mentor político, José Manuel Romay Beccaría, que fue quien también le dio la oportunidad de dirigir el Insalud.

Era 1996 y Alberto Núñez Feijóo (Os Peares, Ourense, 1961), que en el Parlamento gallego llegó a reconocer años después que le habían salido los dientes en la Xunta, tenía 35 años.

En 2003, en plena crisis por el hundimiento del buque Prestige, Núñez Feijóo aterrizó de nuevo en la política gallega. Volvió tras rechazar a Esperanza Aguirre, que le había tentado para ser consejero de Salud en su gobierno.

Había llegado al Gobierno de Manuel Fraga tras la renuncia de Xosé Cuiña, el eterno "delfín" del presidente gallego, que dimitió del cargo en la Xunta tras la publicación de que empresas de su familia habían vendido material para luchar contra la catástrofe del Prestige.

Unos meses antes de las elecciones de 2005, que finalmente perdió el PP y supusieron la retirada de Manuel Fraga de la política autonómica, Feijóo fue nombrado vicepresidente de la Xunta, al igual que Xosé Manuel Barreiro, actual portavoz del PP en el Senado.

A partir de ese momento se desataron todas las especulaciones por la sucesión del veterano dirigente.

Al congreso extraordinario de enero de 2006, el de la sucesión de Fraga, se habían presentado cuatro candidaturas: la de Feijóo, la de Barreiro y otras, con menos posibilidades, encabezadas por Cuiña y por otro exconselleiro, Enrique López Veiga.

Días antes con Cuiña y López Veiga retirados por falta de apoyos, Barreiro llegó a un acuerdo con Núñez Feijóo para integrarse en una lista conjunta, ya que el actual presidente contaba con un 85 % de compromisarios.

Núñez Feijóo se hizo con las riendas del partido a pesar del "vértigo" que le daba suceder a Fraga. Con 44 años había heredado un grupo parlamentario con 11 exconselleiros y tras las elecciones municipales de 2007, el PSOE, que gobernaba en Madrid y en Galicia plasmó en las ciudades su poder -en muchos lugares con el BNG- y dejó al PP de Núñez Feijóo con Ribeira (menos de 50.000 habitantes) como plaza más importante.

A la última semana de la campaña de las elecciones autonómicas de 2009 el PP llegó con alguna encuesta dándole la mayoría absoluta en la que poca gente confiaba.

Desde entonces, repitió y amplió victoria en 2012 en un contexto de crisis que se llevó por delante a gobiernos de todo signo político en toda Europa, y también en 2016, cuando se presentó de nuevo tras una meditada reflexión.

En 2013, recién estrenada su segunda mayoría absoluta en Galicia unas fotos publicadas por el diario El País de mediados de los años 90 con el hoy condenado por narcotráfico Marcial Dorado pusieron en cuestión su carrera política, un asunto que vuelve de vez en cuando y que le molesta especialmente.

Núñez Feijóo ha tenido una constante presencia, sobre todo mediática, en Madrid desde que accedió al poder en Galicia en 2009.

Tanto en ruedas de prensa, en platós de televisión o en desayunos informativos en la capital su discurso ha despertado el interés de sus compañeros y de sus rivales políticos.

Discursos que proseguían en la capital gallega en foros similares, en la sede del Parlamento o de la Xunta, lugares desde los que ha proclamado que su repugnancia por el caso Bárcenas, ha asegurado que al PP le ha faltado relato durante la crisis y, sobre todo, fustigó inmisericordemente a los gobiernos socialistas de José Luis Rodríguez Zapatero y a las mareas y los gobiernos municipales de Podemos.

Su nombre siempre sonó para algún puesto de ministro con la llegada de Mariano Rajoyy él siempre dejó claro que su compromiso era con Galicia, más tras haber ganado de nuevo en 2016, cuando reiteró que cumpliría su mandado hasta finales de 2020 y ante las constantes pullas de la oposición no dudó en declararse "militante de Galicia".