La sensación que impera entre los portugueses horas antes de que su selección se mida en semifinales de la Eurocopa a España es de confianza absoluta en la victoria, convencidos del nivel de sus futbolistas ante un rival al que algunos ven "sin garra".

Las encuestas a través de Internet, la opinión de los espectadores en tertulias de radio y televisión así como las conversaciones de barra de bar reflejan optimismo, lo que contrasta con las dudas que generaba el combinado nacional luso justo antes de comenzar el torneo.

La rivalidad existente entre los dos países fronterizos vivirá hoy un nuevo capítulo futbolístico justo dos años después del último encuentro oficial entre ambos, en octavos de final del Mundial de Sudáfrica, en el que un gol del asturiano David Villa -que los portugueses no han dejado de recordar esta semana que no debió subir al marcador por estar en fuera de juego- destrozó sus esperanzas.

Portugal ya se encuentra entre las cuatro mejores selecciones de esta Eurocopa, pero pocos lo hubieran dicho hace sólo unos meses, cuando no fue capaz de superar a Dinamarca en la fase de grupos y se vio obligado a jugar la repesca contra Bosnia.

El recelo no hizo sino aumentar con el empate ante Macedonia y la derrota (1-3) ante Turquía, sus dos partidos de preparación para el torneo.

Los pitos de los aficionados lusos cerraron ambos duelos, decepcionados con el juego del combinado nacional, poco alentador teniendo en cuenta que Portugal estaba encuadrada en el llamado "grupo de la muerte", con Alemania, Holanda y Dinamarca.

La derrota contra el conjunto germano, paradójicamente, tuvo un efecto positivo en el ánimo de los portugueses, que comprobaron como los hombres entrenados por Paulo Bento pusieron contra las cuerdas a sus rivales en los últimos 20 minutos de encuentro.

Una sufrida victoria contra Dinamarca y un gran partido frente a la irreconocible selección "oranje" disparó las expectativas, sensación que se confirmó con otra buena actuación del equipo liderado por Cristiano Ronaldo ante la débil República Checa.

"Yo creo que sí, que esta vez podemos ganar y llegar a la final", asiente Anivaldo, taxista lisboeta, mientras se esfuerza en sortear el tráfico con un estilo que podría compararse con el de Cristiano Ronaldo en el terreno de juego, es decir, acelerando y frenando con brusquedad, en zigzag por las concurridas calles de la capital.

Como la mayoría de sus compatriotas, confía en la estrella madridista para liderar al conjunto de las "quinas", quien capitaliza el potencial goleador de su selección.

Una de las semejanzas entre España y Portugal es la cantidad de ocasiones que desperdician, tal y como apunta en declaraciones a EFE Joao Rocha, aficionado del Benfica y del combinado nacional a partes iguales.

"España no está muy bien, no acaba de convencer. Contra Croacia sufrió y ante Francia tampoco jugó como se esperaba", subrayó Rocha, quien ve ahora a "La Roja" como un equipo "más débil, sin tanta garra, diferente al que se vio en el último Mundial".

En Portugal, donde el fútbol es seguido con devoción por la mayor parte de la población -debido también a que es la disciplina deportiva en la que más brilla-, las horas previas al duelo han estado marcados por la polémica arbitral.

La elección del colegiado turco Cuneyt Çakir ha disparado las sospechas debido a la presunta buena relación que mantienen históricamente la Federación española y la otomana.

Precisamente, medios lusos destacan que el vicepresidente de la Comisión de Árbitros de la UEFA, el turco Senes Erzik, medió en la negociación para que Unicef apareciera en las camisetas del equipo culé, y recuerdan el discutido arbitraje de su compatriota Çakir en la semifinal de Champions entre Barça y Chelsea del Camp Nou.

Todo ello sumado a unas declaraciones del presidente de la UEFA, Michel Platini, en las que preveía una final entre Alemania y España, ha molestado a una Portugal que sueña con meterse en la final ocho años después de su primera y última vez.