La amenaza de la UEFA de expulsar a la selección rusa en el caso de que se repitieran los incidentes que protagonizaron sus aficionados ante Inglaterra parece que hizo efecto. Ayer se rebajó notablemente la tensión entre los aficionados rusos y eslovacos en la grada, aunque no faltaron algunas bengalas en la zona ocupada por los seguidores rusos. Tampoco hubo graves incidentes en las calles de Lille después de que la policía gala detuviera el martes por orden de un juez de Marsella a los 43 aficionados rusos que viajaban en autobús de esa ciudad a Lille para ver el partido. El ministro ruso de Exteriores exigía ayer al embajador francés en Moscú su liberación inmediata.