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El ritmo del campeón

Con Del Bosque, la selección española ha trabajado sus éxitos con marcadores muy ajustados, a partir de una gran solidez defensiva

Villa y Fernando Torres celebran uno de los goles del asturiano a Honduras en el Mundial 2010; a la derecha, Piqué y Sergio Ramos, se felicitan por el tanto del lunes a la República Checa. MARCELO DEL POZO / ALBERT GEA / REUTERS

España ganó su primero mundial al ritmo de 1-0. Desde octavos hasta la final, con prórroga incluída, a la Roja le bastó un gol para ir dejando rivales por el camino. Seis años después, el equipo de Del Bosque transmite parecidas sensaciones: una gran solidez defensiva, que asegura el cero en la portería, y dificultades en ataque, donde le cuesta reflejar su superioridad en el juego. La diferencia es que David Villa acaparaba los goles en 2010 y ahora no hay un artillero oficial. En la Eurocopa de 2012, el gol del campeón ya estuvo muy repartido y la actual comenzó con un defensa central, Piqué, derribando la muralla checa.

Desde que empezó su época de oro, con la Eurocopa de 2008, la Roja suele acaparar la posesión del balón y crea muchas más oportunidades que sus rivales. Pero raramente lo refleja en los marcadores. En las tres fases finales disputadas en esta etapa, más el primer partido de la cuarta, sólo tres victorias se han salido de la norma de discreción: dos 4-0 en 2012, contra Eire y en la inolvidable final con Italia; y un 3-0 en el Mundial de Brasil, pero en el ya intrascendente partido frente a Australia. Las derrotas tampoco han sido llamativas (0-1 con Suiza y 0-2 ante Chile) salvo la goleada que le endosó Holanda en 2014 (1-5) y que marcó el inicio del fin del ciclo triunfal.

Los problemas goleadores de España se han agudizado en los últimos cuatro años, con la decadencia y posterior alejamiento de la selección de sus dos máximos goleadores en activo. David Villa no pudo participar en la Eurocopa de 2012 por lesión y fue suplente en el Mundial de Brasil. Se despidió de la Roja -aunque posteriormente mostró su disponibilidad si Del Bosque lo creía conveniente- con un gol frente a Australia, que elevaba a 59 su récord como máximo realizador histórico. También fue el último partido de Torres con la selección, dejando su marca en 38 goles en 110 participaciones.

Del Bosque siempre ha reconocido que el "9" de España es una asignatura pendiente desde que asumió el cargo de seleccionador. Entre otras cosas porque no incluía en ese apartado a Villa, que solía arrancar desde la banda izquierda. Ningún ariete puro se ha asentado en todos estos años, con participaciones esporádicas de Fernando Llorente, Negredo, Soldado, Alcácer o Aduriz. Ninguno llenó totalmente el ojo del seleccionador, lo que le animó a relaizar una apuesta de riesgo con Diego Costa. Del Bosque convenció al entonces delantero del Atlético de Madrid para que jugara con España el Mundial 2014, cuando también le reclamaban desde Brasil.

Dos años después, la estadística de Diego Costa es reveladora: un gol en diez partidos. Con los números en la mano, a lo que se ha unido su carácter confictivo y una temporada con muchos problemas físicos, Del Bosque dejó fuera a Costa de la convocatoria para la Eurocopa. Ahora la apuesta es Morata, un delantero decisivo en los éxitos de las categorías inferiores y que también ha respondido con la absoluta. Más allá de los datos (tres goles en diez partidos), el seleccionador está satisfecho con la aportación de Morata: juego de espaldas, ruptura en profundidad y recursos para el remate, tanto por abajo como de cabeza.

Morata no marcó en el estreno de España en la Eurocopa, pero demostró que puede ser el punto y final del juego de toque de la selección. Se fajó durante una hora con la cerrada defensa checa y dio paso a Aduriz, una alternativa más contundente por su potencia y su facilidad para imponerse en el juego aéreo.

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