A última hora, como ya es habitual en esta Eurocopa, Daniel Sturridge sacó a Inglaterra del fenomenal enredo en que se había metido ante Gales. Casi a trompicones, el jugador del Liverpool tiró una diagonal en el área gracias a un balón que le había llegado de rebote y logró embocar un tanto que da virtualmente la clasificación a los "pross" para la siguiente fase.

Inglaterra demostró desde el saque inicial que iba a llevar la iniciativa del partido, con armas diferentes a las que tradicionalmente se asocian a su fútbol. Esa apuesta sobrevenida por el toque llevó a menudo a Rooney casi entre sus dos centrales para sacar el balón jugado desde atrás.

Gales, por su parte, no invitaba a engaño: Nueve gladiadores por detrás del balón, con libertad para la carreras de Bale y Robson-Kanu y con las llegadas desde segunda línea de Ramsey y Allen.

Nunca dio la impresión de que los ingleses interpretaran bien cómo meter mano al muro galés, salvo en los numerosos golpes francos y saques de esquina de los que dispusieron y a los que se encomendaron sin fortuna.

Gales esperaba su oportunidad y esta se le presentó poco antes del descanso, cuando Bale, que apenas había tenido influencia hasta entonces, soltó su zapatazo en una falta a unos 30 metros de la portería. El balón fue con potencia pero no excesivamente escorado, y Hart, que llegó a tocar la pelota, pudo haber hecho algo más.

El paso por el vestuario le sentó bien a Inglaterra, pero aún más el cambio de sistema operado por Hodgson, que dispuso un 4-4-2 tras haber salido con un 4-3-3 y sentó a sus dos jugadores más discutidos en la previa, Kane y Sterling, para dar la oportunidad a Vardy y Sturridge.

Con ellos y posteriormente con Rashford, que se convertía así con 18 años y 229 días en el más joven en debutar con su selección (Rooney debutó con cuatro días más), Inglaterra ganó dinamismo y encerró a Gales, que apenas pisó el campo contrario en toda la segunda mitad.

A falta de buen fútbol, salvo el que sale casi siempre de los pies de Rooney, Inglaterra apeló en esta ocasión al carácter y la intensidad que le habían faltado en su primer partido frente a Rusia.

Con Walker y Rose convertidos casi en extremos y Sturridge ofreciéndose entre líneas, los ingleses lo intentaron de muchas maneras, pero en pocas ocasiones conseguían crear peligro verdadero. Así hasta que, ya en la prolongación, en la estela de los goles de Berezutski, Payet, Griezmann o Pellé, Sturridge deshizo la igualada.

Todavía tuvo tiempo Bale de mandar un cabezazo muy cerca del arco de Hart, pero el 2-1 ya no se movería del marcador. Gales se frotaba los ojos para creerlo, mientras los hinchas ingleses festejaban la victoria.