Boris Yeltsin, a la sazón presidente de Rusia, hizo en octubre de 1995 una histórica visita a Estados Unidos de la que quedó como legado jocoso la famosa escena en la que su colega Bill Clinton se parte de risa durante una rueda de prensa conjunta. Ahora, el ex presidente estadounidense rompe el silencio para contar lo que ocurrió en la trastienda de la visita, en una entrevista concedida a un historiador amiguete. «The Clinton tapes: Wrestling history with the President» contiene historias relevantes y chismes de lo más variado, como el de Yeltsin, conocido por su devoción a las bebidas de grueso calibre.

Relata Clinton una anécdota (desmentida por el entorno del mandatario ruso, que la considera imposible) en la que Yeltsin, ebrio hasta decir basta, salió de la Casa Blanca en calzoncillos para detener un taxi que le condujese a una pizzería. Al día siguiente, y borracho otra vez, Yeltsin fue pillado mientras deambulaba por el sótano del edificio de invitados. Iba tan «cargado» (según Clinton, aunque la historia parece increíble) que no pudo identificarse y el servicio secreto estuvo a punto de detenerle.