Susana GOLF

Tiene chófer y habitaciones para ropa en lugar de armario. Irrumpió en la jet set madrileña y la televisión. Ejerció de pigmalión en un reality y ha escrito «Los diez mandamientos de la mujer 11» (Espasa). Vivió su juventud en Valencia y veraneó en Llanes.

-«Los diez mandamientos de la mujer 11». ¿El «lomanismo» es una «religión»?

-Yo no diría tanto, pero creo que los «lomanistas» tienen que ser personas con alegría de vivir, un poco hedonistas, que se quieran, que se cuiden, que amen la belleza. Muy como la mayoría de los españoles, que somos una sociedad muy lúdica, que ama todas las bellas artes. Los españoles pueden ser «lomanistas» casi todos.

-En realidad, el primer mandamiento del libro es ser independiente. ¿No me dirá que es feminista?

-No, feminista en el sentido de ir contra los hombres no, porque he tenido la suerte de tener hombres estupendos a mi lado. Las mujeres tenemos la culpa muchas veces de que los hombres sean machistas. Pero sí, la mujer debe ser por encima de todo independiente y libre y tener criterio.

-¿Carmen Lomana se nace o se hace?

-Las dos cosas. Gracias a Dios, gracias a mis padres, tengo una buena estructura ósea, una buena genética, soy más bien alta, no engordo. De niña era muy delgada y no respondía a los cánones. Yo quería tener el culo de mi hermana. Naces con una serie de cosas que te ayudan. Pero luego se aprende muchísimo. Hay mujeres en pueblos, en sitios rurales, en África, India, que tienen una elegancia, un porte al andar y nadie les ha hablado de moda. Y sin embargo otras que han tenido acceso son un desastre. Te tiene que gustar, y observar mucho, y tener criterio de qué cosas te van. Ser coherente, no ser una fashionista.

-¿La elegancia no es directamente proporcional a la cuenta corriente?

-No, en mi caso, es directamente proporcional al gusto de mi madre, de mi padre. Yo he tenido un espejo en el que mirarme. Pero luego hay gente, y tenemos muchos ejemplos en España que no voy a nombrar, de un mal gusto... La baronesa Thyssen, sin ir más lejos. No tiene nada que ver. Estamos en un momento maravilloso que se puede comprar moda a un precio baratísimo.

-Y ahora me dirá que compra en Zara.

-Hoy he estado dudando si ponerme esta levita de Dolce (Dolce&Gabanna) o una de Zara. Y siempre pongo el ejemplo de un vestido de Balmain que me gusta más el de Zara. Uno me costó 6.000 o 7.000 euros, una burrada, y el de Zara, 90. La elegancia no se compra con dinero.

-¿Hay mucho «bluff» en la alta sociedad?

-La gente tiende al efecto demostrativo. Hay gente que casi no come, nunca te invita a su casa pero se lo ponen todo encima. Y otras que lo que llevan es todo prestado.

-¿La Reina o Letizia?

-La Reina. Letizia me pone de los nervios.

-Si fuera ministra, ¿qué ministra sería?

-Ministra de Cultura.

-Cosas prohibidas, ¿el chándal y la mortadela?

-Me han enviado cincuenta chándals y me los he probado, pero para mí no. Prohibida la palabra, «jolín».