Observen la foto superior y contesten a la pregunta. En un ejercicio de intuición visual adivinen en cinco segundos qué pareja se lo ha pasado mejor en el partido de ayer entre Rafa Nadal y el -por el momento- invencible Novan Djokovic.

Una segunda pregunta: ¿Se puede mantener la calma necesaria para afrontar desde el palco un partido de tenis tan trascendente como la final de un Master 1000 con Sara Carbonero al lado en plan cariñoso?

Una tercera pregunta: ¿Sufren Cristiano Ronaldo y su novia la modelo Irina Shayk algún distanciamiento que les obligue a mantener posturas tan, digamos, protocolarias? ¿Han reñido? ¿Algún contratiempo? ¿Una relación que inexorablemente se hunde?

Una cuarta pregunta: ¿Se enteró Iker Casillas, el muy frecuentemente goleado portero del Real Madrid, el equipo más laureado de la historia, de quién fue el ganador del duelo en la cumbre entre Nadal y el serbio?

Una quinta pregunta: ¿No estaban Casillas y Cristiano Ronaldo distanciados tras aquellas declaraciones de la periodista Carbonero en las que acusaba al goleador portugués de ser un jugador egoísta? Y si lo estaban, ¿qué demonios hacen ambos, acompañados de sus respectivas parejas, compartiendo palco en la final del torneo de tenis de Madrid? ¿O todo habrá sido un bulo cocinado en los despachos blaugranas para desestabilizar al enemigo?

Una sexta pregunta: ¿quién es más guapa, Sara Carbonero, la nuestra, o Irina Shayk, que es de Rusia?

Una séptima pregunta: euro a euro (incluso los céntimos), ¿cuál es el sueldo global de Sara, Iker, Cristiano e Irina? ¿Llegan a fin de mes?

Todas estas preguntas y muchas más. Y todo ello por culpa de un partido de tenis. Dios salve al deporte.