Más de cincuenta relojes que han pertenecido a los monarcas españoles, entre ellos uno de bolsillo de 1660 cedido por don Juan Carlos, podrán contemplarse desde hoy en el Palacio Real en la exposición «La medida del tiempo. Relojes de reyes en la Corte española del siglo XVIII».

Estas piezas son parte de la colección del Patrimonio Nacional, que está formada por setecientos relojes, lo que la convierte en una de las más importantes del mundo, ya que, además, todos ellos están en perfecto estado de conservación.

La exposición, que podrá contemplarse hasta el 15 de enero, se estructura en cuatro apartados en torno a los reinados de Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV. Una de las piezas más llamativas es un reloj de bolsillo de 1660, de bronce, oro, porcelana, esmalte y metal y cuya caja está decorada con retratos en miniatura de la familia de Felipe IV.

Este reloj, obra anónima, es propiedad de don Juan Carlos, que lo ha cedido a la exposición.

La colección se inició a principios del siglo XVIII durante el reinado de Felipe V, quien, a pesar de nacer y educarse en Francia, eligió relojes fabricados en Inglaterra, escuela pionera en los avances técnicos, y designó a Thomas Hatton como su relojero de cámara. Pero este monarca no olvidó la entonces naciente relojería francesa e incorporó a su colección piezas como el reloj astronómico. Los primeros relojes suizos llegaron a España de la mano de su hijo Fernando VI, que aportó también a la colección otros de procedencia inglesa equipados con los últimos adelantos técnicos. Su hermano Carlos III recogió el testigo de su padre en su intento de establecer una escuela de relojería en la Corte española.

Comienzan así a aparecer durante Carlos III los primeros trabajos de profesionales españoles, de los que pueden contemplarse varios relojes de mesa en la exposición del Palacio Real. Pero es Carlos IV el «rey relojero», pues desde su juventud adquirió un importante número de piezas, muchas de ellas de sobremesa y de bolsillo, de las que treinta y seis se encuentran en la exposición.

Además, este monarca trabajaba y arreglaba en su taller sus propios modelos. Junto a él, su esposa, la reina María Luisa de Parma, reunió un importante conjunto de relojes que decoraron, además del Palacio Real de Madrid, las residencias en El Pardo, El Escorial y, especialmente, la Casa del Labrador en Aranjuez.

Incluso en el exilio, Carlos IV y María Luisa de Parma continuaron su colección y el rey trabajó en su taller en Roma.

Entre la colección de relojes del Patrimonio Nacional (institución encargada de palacios, monasterios, conventos, montes y jardines que la Corona cedió al Estado y de la conservación de sus obras de arte) se pueden encontrar sonerías, autómatas, relojes de pared y de sobremesa, todos ellos adquiridos por los reyes españoles a los más célebres relojeros europeos.

La Asociación de Diseño y Moda (Adymo), que preside Teresa Laso, falló ayer sus premios anuales, que se entregarán el próximo jueves en Gijón. El galardón correspondiente al diseñador del año ha recaído en el modisto madrileño Juanjo Oliva, referente actual de la costura española y triunfador en la pasada edición de Cibeles.

Otras distinciones han sido para la firma asturiana Mamatayoe, en la modalidad de empresario de moda, para la diseñadora de Grado María Lafuente, en el apartado de una vida dedicada a la moda, y para Ángela Álvarez, delegada editorial del grupo Conde Nast y corresponsal de moda y redacción en el epígrafe «Asturias de moda». El jurado, reunido ayer en Oviedo, estuvo presidido por Vicente Gotor, rector de la Universidad de Oviedo, e integrado, entre otros, por el pintor y escultor Favila, la galerista Adriana Suárez, la diseñadora María Argüelles, el secretario general de FADE, Alberto González, Eva García, de la Cámara de Comercio de Oviedo, y Asunción Arnaldo, de la Asociación Empresa Mujer (Asem).