Los miembros de la secta religiosa que desde hace medio año esperaban el fin de mundo en una cueva a unos 600 kilómetros al sudeste de Moscú pusieron ayer término a su encierro subterráneo y salieron a la superficie.

El final fue sorpresivo, ya que los nueve sectarios, siete mujeres y dos hombres, habían anunciado que saldrían de la cueva a mediados de junio, para la festividad de la Trinidad, informa «Efe».

Según el jefe de la administración del distrito de Bekosvk, Vladímir Provorótov, la advertencia de que existía el peligro de envenenamiento por la presencia en el refugio de los cadáveres de dos sectarias, fallecidas hace varias semanas, fue determinante para que se produjera la salida de la cueva.

«Se encuentran bien», dijo Provorótov, al referirse al estado de salud de los fanáticos tras su prolongado encierro bajo tierra.

El vicegobernador de la región de Penza, Oleg Mélnichenko, anunció, por su parte, que los equipos de rescate exhumaron esta madrugada los restos de las dos mujeres, que fueron trasladados a un depósito de cadáveres de un hospital local, donde serán practicadas las autopsias. Los miembros de la secta apocalíptica aseguran que una de las mujeres falleció a causa de ayuno severo y la otra, de enfermedad, según fuentes de la Fiscalía.

El encierro comenzó en noviembre pasado, cuando 35 miembros de la secta apocalíptica «La auténtica Iglesia Ortodoxa Rusa» entraron en la cueva, acondicionada previamente, para esperar la llegada del fin del mundo.