El diestro Julio Aparicio estaba a última hora de la tarde de ayer «consciente y con constantes vitales estables» después de transcurridas casi veinticuatro horas de la intervención a la que fue sometido en el hospital madrileño Doce de Octubre. El torero sufrió una sobrecogedora cogida cuando el toro que lidiaba lo corneó en la garganta, una foto que ayer dio la vuelta al mundo, recogida por televisiones y visionada por millones de internautas.

A Julio Aparicio se le practicó una traqueotomía «sin presentar complicaciones quirúrgicas inmediatas» según el último parte médico. El pitón de «Opíparo» le salió por la boca y produjo importantes desgarros en la región cervical anterior, y en la lengua y cavidad oral. La recuperación de Aparicio va a ser larga y es muy posible que se tenga que someter a nuevas intervenciones; pero vive para contarlo, cosa que muchos en la plaza madrileña, donde se celebra la Feria de San Isidro, pusieron muy en duda tras presenciar el incidente sangriento en eso que dicen que es fiesta nacional y pura cultura.

Para él ha empezado ya la cuenta atrás de su mejoría. Lo contaba su mozo de espadas, Francisco José García «Niño de las Ventas». «Hemos entrado a la uci a verle su hermana Pilar y yo. No habla, pero su expresión nos ha transmitido tranquilidad. Está consciente y sereno. Los toreros, los grandes toreros, son así», explicó.

Entre los familiares, miembros de la cuadrilla, compañeros, amigos y partidarios, que siguen montando guardia en los aledaños del centro médico, uno de los comentarios más optimistas aludía a la frase de los doctores, de que «no habrá secuelas importantes, ni tienen por qué presentarse situaciones críticas». Pero sigue la cautela, por ejemplo, cuando se habla de la rehabilitación, «que necesariamente habrá de ser larga», también según los médicos.

Aunque lo importante es poder volver siempre al comentario central: «Su vida no corre peligro». Porque se temió lo peor. Tres o cuatro centímetros más de profundidad de la cornada y la cogida hubiera sido fatal.