Carmen MARTÍN

Las prendas coloristas de Agatha Ruiz de la Prada convivieron ayer, en la segunda jornada de Cibeles, con las propuesta femeninas de Roberto Torretta y con el estampado artístico de Montesinos.

Agatha Ruiz de la Prada presentó su colección otoño invierno 2010-2011, una colección sin nombre, con mucha luminosidad y más ponible de lo habitual, en la que el uso y el dominio del color estuvieron presentes. Como no podía ser de otra manera, el corazón en diferentes tonos y tamaños sobre vestidos, camisetas, pantalones y complementos fue el denominador común de la colección. La presentación de la diseñadora comenzó con un vestido corto conjuntado con unas medias con costura que, curiosamente, era una fila vertical de pequeñas lucecitas presentes también en complementos como sombreros, diademas y cinturones.

Para la noche reservó los «pailletes» y «lentejuelas» en tonos vibrantes y eléctricos, colores con los que se atrevió a dibujar su propio rostro sobre minivestidos de corte rockero. «Es una colección más trabajada, muy mía», dijo a «Efe» la diseñadora.

En cuanto a las propuestas de Roberto Torretta, son «una evolución» de las colecciones anteriores, donde «lo mejor del pasado se fusiona con la frescura del futuro», contó el propio diseñador.

A lo largo de sus 41 salidas, se vieron dos tendencias muy claras: la primera, dominada por siluetas estrechas con pespuntes futuristas, y la segunda, centrada en prendas amplias y trajes de corte masculino. En cuanto a los tejidos, la lana, la gasa, el satén y el cuero se mezclaron entre sí con «el fin de enriquecer las prendas», dijo el diseñador.

Las lanas fluidas y las clásicas espigas las utilizó para reinventar los trajes con pantalón pitillo o falda lápiz. El visón estuvo presente en los ribetes de los bajos de las faldas y en los cortes de manga, así como en manguitos que abrigan el antebrazo. Esta temporada, la paleta cromática del Torretta ha subido de tono y ha incluido más colores.

No es la primera vez que la costura de Francis Montesinos se alía con la pintura. En esta ocasión con la obra del pintor y escultor norteamericano Matt-Lamb, que puso a disposición del creador valenciano diversas pinturas para crear los estampados de la colección.

Con los «Paneles del amor» como fondo, las voces de los niños de la Escolanía del Recuerdo dieron la salida a «las propuestas más modernas y coloristas». A tejidos de toda la vida como la raya diplomática, el príncipe de gales o la espiga, Montesinos les impuso su personal sello con bordados geométricos y estampaciones del pintor. Para presentar la colección masculina, el diseñador contó con el modelo español John Kortajarena, así como con el torero Israel Lancho y el actor Nicolás Coronado.

Vitorio & Lucchino presentó vestidos llenos de transparencias, tiras de encaje y flecos con azabache, mientras Hannibal Laguna, bajo siluetas escultóricas, presentó vestidos-joya. Por su parte, Amaya Arzuaga optó por una colección muy serena, marcada por el negro y el piedra con toques de cereza y humo.