A. RUBIERA

Los responsables sanitarios asturianos quieren reforzar la atención que se presta -hasta ahora muy poca- a las personas, en su mayoría mujeres, que cuidan a algún familiar enfermo y dependiente en su propio domicilio. Son los cuidadores informales, una red de voluntarios a quienes la atención que dedican a sus enfermos les supone un gran coste personal y un desgaste anímico. Y a todo ello se enfrentan con voluntad, pero a veces con poca información y formación, tanto en lo relativo a los cuidados que deben prestar y cómo prestarlos, o a qué servicios de apoyo pueden recurrir.

Desde finales del pasado año -y con ánimo de que el programa se incluya como una prestación más de la cartera de servicios de los centros de salud- se ha puesto en marcha un taller de formación de cuidadores. No es el primero que se hace en el área V (que comprende Gijón, Carreño y Villaviciosa), pero sí el que los responsables consideran que marca el punto de arranque del nuevo programa sistemático propuesto por el Servicio de Salud del Principado, muy ligado a la entrada en vigor de la ley de Atención a la Dependencia.

Este nuevo programa se experimentó en diciembre en el centro de salud de Villaviciosa, con la enfermera Yolanda Cotiello como uno de los pilares del trabajo, junto a otros profesionales de la psicología, fisioterapia, gerontologíaÉ, todos miembros del Consejo de Salud de la zona.

En cuatro sesiones se llevó a cabo el taller, que incluyó formar a los participantes sobre los recursos sociales del concejo -a los que las familias pueden recurrir, pero que pocos saben que existen-; el refuerzo psicológico que necesita su tarea; el trabajo práctico (en gimnasio y con orientación de un fisioterapeuta y una enfermera) sobre movilizaciones de enfermos, cómo evitar caídas o úlceras, cómo deben prevenir lesiones los propios cuidadoresÉ; para acabar con adiestramientos para afrontar la alimentación, el sueño, el descanso y la medicación de los enfermos.

Al taller acudieron 28 personas, entre las cuales sólo hubo dos varones. La percepción de Yolanda Cotiello es que «cuando es la mujer la que afronta el cuidado de un enfermo en la familia, suele tener muy poco apoyo del marido. Pero sí es cierto que ahora también hay muchos maridos que cuidan de sus mujeres o de sus padres, así que no deberían dejar pasar estas oportunidades de formación». En todo caso, la realidad es que el perfil de «mujer, de 50 años de media de edad, y que cuida a alguno de sus progenitores -que no siempre están encamados-» fue el de las asistentes descrito por Cotiello en Villaviciosa, y casi es el universal en Asturias.

Asumido en la zona rural

Si acaso, en la zona de Villaviciosa el taller tenía la particularidad de que «estamos en una zona más rural de lo que son otros centros de salud del área V. Y aquí el perfil de la mujer que prescinde del trabajo fuera de casa para dedicarse a los cuidados es más habitual. En las zonas rurales se asume que el cuidado de un mayor recae en sus hijos».

En el apartado psicológico, los tutores del taller preguntaron a los participantes qué echaban de menos en su vida. «La queja fundamental que expresan es que no tienen tiempo para sí mismos, porque el cuidado les consume el día. Por eso, una segunda parte importante del trabajo fue plantearles alternativas de cómo organizar el tiempo y hacerles ver que uno de sus problemas es que no suelen pedir ayuda. Ni a la propia familia, ni a los servicios sociales, ni a nadie. Hay que hacerles entender que no pueden hacerse responsables de todo, porque no son dioses. Suelen tener un grado de exigencia tal, que hay que marcar límites», explicó Cotiello.

Incluso se llega a dar «la superprotección, que hace que, sin querer, conviertan a la persona enferma en más dependiente de lo que es; la hacen más inútil. Hay que intentar dejarles que hagan lo más que puedan, y los profesionales tenemos que insistir en que se fomente la autonomía de las personas. Es decir, si puede comer solo, que lo haga; si el problema es que se mancha, se le pone un babero. Pero la solución nunca puede ser darles la comida».

El taller, además, tiene un contenido preventivo con respecto a la salud del cuidador. «La patología de la sobrecarga del cuidador es real. Existe, aunque ellos no la saben identificar como tal. Suelen presentarse en la consulta del médico relatando su cansancio o su bajo estado general, pero no llegan diciendo: "Estoy cansada de cuidar de alguien". Esa sobrecarga es el estrés del cuidador. Y hay que atajarla antes de que llegue; pero para eso tiene que saber identificarla y tener estrategias para descargar su tensión», insistió la enfermera.