R.V.

Somió se despide esta mañana en la iglesia de San Julián de una de sus más populares vecinas, Concepción González Álvarez, Conchita «La Pondala», fallecida a los 82 años de edad. Su muerte clausura un capítulo de la centenaria historia del reconocido establecimiento hostelero de la parroquia y uno de los clásicos de la hostelería gijonesa. Conchita González era la actual portadora del apodo que hiciera famosa a su abuela, María González, cuando en 1891 fundara el ajardinado restaurante de Somió, que con el paso del tiempo se convirtió en espacio de ocio de muchos gijoneses con su merendero, sus bailes dominicales y sus actuaciones teatrales y proyecciones de cine. María González, para muchos la primera mujer empresaria de la hostelería de Gijón, compartía responsabilidades con su esposo, José Pondal. La relevancia de María González, «La Pondala», en la historia de Gijón llevó al Ayuntamiento de la ciudad a dar su nombre a una calle el año 2002.

Sin embargo, María y José sólo fueron la primera generación de las cuatro que a lo largo de más de cien años han vinculado a esta familia con el popular establecimiento de Somió. Ellos dieron el testigo a su hijo Senén y su esposa, Nieves Álvarez, los padres de la fallecida Conchita, que se encargaron de realizar las renovaciones necesarias en el local para transformarlo de chigre en restaurante. La muerte de Nieves hizo que el testigo se trasladara a sus hijas Esther y Conchita, quien se encargó definitivamente de tomar las riendas del negocio familiar junto a su esposo, José Luis Caso Granda. Hay una tercera hermana, María Luisa, más conocida como Maruja, que las sobrevive.

Concepción González estuvo 33 años al frente de los fogones de La Pondala a partir de la década de los cincuenta. Toda una vida vinculada al establecimiento le permitía reflexionar sobre los grandes cambios que se habían dado en la forma de cocinar o llevar el establecimiento y recordar cómo su Seat 600 era uno de los sistemas de transporte de alimentos utilizado para llenar las neveras y despensas del local. En un reportaje publicado en LA NUEVA ESPAÑA en 1999 con motivo de un reconocimiento de la Cámara de Comercio a La Pondala como empresa centenaria de la ciudad, Conchita recordaba con nostalgia que «en vida de mi padre había que traer del mercado los pollos, atados por las patas, y no nos dejaban subir en el tranvía con ellos. También traíamos langostas sujetas con un cordel y la gente nos señalaba pensando que nos las comíamos todos nosotros».

El destino ha hecho coincidir en el mes de enero las muertes de Conchita «La Pondala» y su esposo, José Luis Caso, que falleció el año 2001 a los 85 años de edad tras sufrir un accidente de tráfico pocos días antes de que acabara el año 2000. Su funeral también fue en San Julián de Somió, como hoy a las 13 horas el de su viuda, que será enterrada en el cementerio de la parroquia. Curiosamente, la hoja parroquial de San Julián dedicaba un artículo de uno de sus últimos números a glosar la historia de la familia y su vinculación con la parroquia a través del restaurante.

Aunque Conchita y José Luis barajaron en algún momento de su etapa hostelera vender La Pondala, al final se convirtieron en un eslabón más de la cadena al ceder los bártulos del negocio a su hija María Jesús y su esposo, Roberto Riginelli, quien ahora es el gerente del establecimiento y la imagen más reconocida del restaurante La Pondala. El matrimonio tiene dos hijas, Bárbara y Adriana, herederas de la historia de una familia y de un establecimiento emblemático para todo Gijón.