A. R.

La última hornada de alumnos de las Escuelas Graduadas de La Camocha dedicó el sábado casi cinco horas a recordar viejos tiempos, a mentar a antiguos compañeros y a repasar algunas de las historias clásicas de la enseñanza en los últimos años del franquismo.

«La nuestra era la escuela de "Cuéntame": ésa en la que formábamos en el patio antes de entrar a clase; la del crucifijo presidiendo la pared del encerado, y también ésa en la que alguna vez el maestro te atizaba en clase, eso sí, sin que nos haya supuesto ningún trauma». Lo contaba Jorge Rendueles, uno de los ex alumnos que el sábado se reunieron en una comida en Granda.

Se trataba de recordar aquellas Escuelas Graduadas que cerraron sus puertas en el curso 1976-77, hace ahora tres décadas, juntando en la misma mesa a algunos de los estudiantes que compartieron pupitres durante ocho años, desde primer curso hasta octavo. Y, además, los reunieron con un veterano maestro, Luis Huergo Arbesú, «don Luis» para todos ellos, que fue su tutor desde tercero de EGB hasta sexto. El docente, jubilado hace un año y que los tuteló cuando él tenía poco más de 20 años, recibió una placa conmemorativa como reconocimiento de una generación que encontró en Huergo los primeros signos de la transición en el magisterio español.

Las Escuelas Graduadas de La Camocha cerraron sus puertas en el año 1977 para abrir, casi de inmediato, el actual Colegio de Vega y La Camocha, el Jacinto Benavente. «Queríamos recordar, treinta años después, que aquéllas fueron nuestras escuelas», contaba uno de los organizadores. Las anécdotas dieron para una sobremesa bien larga.