Carla DíAZ

«Tengo un sueño, crear algo mío, y aquí puedo conseguirlo», aseguraba Margot Alamilla, asistente a uno de los cursos de joyería organizado por la Fundación Metal Asturias y la Asociación de Joyeros de Gijón para mujeres desempleadas. Y es que la ausencia de presión comercial imprime a sus creaciones aires de libertad y frescura, sin rebajar la calidad. Por ello, Santiago García Blanco, presidente de la Asociación de Joyeros, Relojeros y Plateros de Gijón y Carreño , quiso destacar que «todos los años hay alguien que despunta, que tiene algo innato, calidad».

Los cursos llevan celebrándose desde 2005, con la intención de potenciar un oficio tan antiguo y en parte estancado como es la joyería. Diferenciados en dos niveles, iniciación y perfeccionamiento (ambos de 400 horas), los talleres constan de dos fases, la primera de familiarización con los útiles de trabajo, herramientas tan tradicionales como la segueta, la bailarina, los alicates o el soplete; para pasar a la segunda fase y actividad principal, la fabricación de joyas. Cuentan en total con 21 alumnas, 11 en el nivel de iniciación y 10 en el de perfeccionamiento, y con edades comprendidas entre los 21 y los 50 años. Son talleres eminentemente prácticos, pero también hay lugar para trabajar la creatividad. «Es difícil, pero tenemos buenas ideas y algunos dibujos con joyas que podrían tener posibilidades», comentaba Gemma Tomás, alumna del taller de perfeccionamiento.

García Blanco asegura que se trata de un oficio familiar, que se ha ido heredando de padres a hijos a lo largo de la historia y que necesita aires frescos para situar a Asturias en la vanguardia del diseño. Rosa María Suárez es el reflejo de esta situación, procede de una familia de joyeros y tiene claro que quiere dedicarse a ello. No es el caso de Gemma Tomás, que a pesar de no haber tenido nunca contacto directo con la joyería ha pensado en ella como un modo de vida, «siempre me ha gustado el diseño en general, pero el de joyas en particular. En el taller aprendemos a llevar a la práctica nuestras ideas y queremos vivir de ello». No se trata de ninguna exageración, teniendo en cuenta que el sector joyero y platero supone 150.000 puestos de trabajo en España: un porcentaje nada despreciable en la oferta laboral. La clave para la supervivencia del oficio, continúa García Blanco, es la experiencia y la aplicación de nuevas tecnologías. «Asturias podría incluso ser puntera en este sector», concretó. Con metas tan altas y claramente definidas, no es de extrañar que el taller responda a las máximas de «hacer las cosas bien» y de «exigir la perfección en el acabado de las piezas». Precisamente, estos puntos son los que una de las alumnas, Gemma Tomás, destaca como elementos básicos para obtener una buena joya.