Hola abuela. ¿Qué tal mamá, se va adaptando a ese lado? ¿Sabes? Hace treinta años que falleció Elvis Presley. Ya, ya sé que no te suena de nada, pero aquí lo celebramos como si se tratara del inventor de la patata. Cantaba cosas como aquella de que «devuelvan la carta al remitente», de una chica que no quería saber nada de él.

Sí, sé que de aquélla tú aún tarareabas «si me quieres escribir ya sabes mi paraderoÉ», y era otro tipo de carta el que se esperaba, pero hay mucho progre, abuela.

Muchos que echan pestes contra los americanos y después no saben más que rendirles tributo.

Mira, de aquélla, en los buenos años de Elvis, «Zapatos de gamuza azul» (1956); «Hot dog» y «All shook up» (1957); «King creole» y «Rock de la cárcel» (1958) ; «It$27s now or never» (1960); «Are you lonesome tonight?» y «Can$27t help falling in love» (1961); «Return to sender» (1962) y «Crying in the chapel» (1965), aquí sólo don Ángel Álvarez y unos cuantos más tendrían alguno de sus discos. En la radio se escuchaba a El Presi como icono autóctono; a Antonio Molina y Juanito Valderrama como enseña nacional y a Luis Mariano y Javier Solís como avanzadilla de futuros inmigrantes o retornados. A ellos se añadirían el «Dúo Dinámico» como avanzadilla rockanrolera, los mejicanos «Teen Tops», con Enrique Guzmán, que llegaron aquí de la mano del «Rock de la cárcel», y pocos más.

De aquélla la televisión echaba a andar y sólo unos pocos se iniciaban en el vicio, aunque no pudieran hacer «zapping», y de ahí que nunca le vieras.

Elvis cantaba canciones de todo tipo, le llamaban Elvis, «La Pelvis» porque meneaba esa parte de tal forma que las hacía hasta desmayarse sólo con verle. Sí, puede que sea una guarrería para tu época, pero no debiste perderte «Llorando en la capilla», o «Perro de caza», o «Sospecha», o «Amor ardiente», o «Estremécete», pero si los de mi generación las conocimos prácticamente después de muerto, cómo ibas a escucharlas tú si el sueldo no llegaba más que para lo imprescindible, como para pensar en comprar una radio.

Escuchabas la de la vecina en «la antojana» rodeada del resto de vecinas y os preocupaba más echar la lágrima con la radionovela «Ama Rosa» que en buscar emisoras lejanas que emitieran rock&roll.

¿A qué viene esto? Es que hasta cierto punto me sabe mal que, año tras año, hasta yo colabore en recordar a un cantante que nos tocó de lejos y que nadie se acuerde e incluso menosprecie a los que aquí fueron bálsamo de una época triste y sin la abundancia angloamericana.

Desde hace tiempo sigo esperando, como Sabina, «que las mentiras parezcan mentiras», y por eso te cuento todo esto, que no te interesa lo más mínimo, porque a tu generación no le importó en absoluto la pelvis de Elvis, a la generación actual lo mismo y tan sólo hay un porcentaje intermedio que sigue (o seguimos) rindiendo culto a lo de fuera y despreciando lo de casa.

De ahí que te recuerde que hace treinta años que falleció roto por el alcohol, los barbitúricos y las drogas un chico de Tupelo, en Mississippi, que tuvo a su mundo en las manos y que lo tiró todo por la borda con tan sólo 42 años.

Empezó casi como El Fary, conduciendo un camión en vez de un taxi, y acabó casi como Enrique Urquijo, el de «Los Secretos», en el retrete de su mansión de Graceland en lugar de un portal de Malasaña.

De paso aprovecho también para recordar a alguno de los tuyos. Que hace 34 años que fallecía Pau Casals; 20, Andrés Segovia; 17, doña Concha Piquer; 24, José González, «El Presi»; 16, Tino Casal; 31, Cecilia y su «Mi querida España»; 15, Antonio Molina; 1, José Antonio García, «El Gaiteru de Veriña»; 34, Manolo Caracol; 12, Lola Flores; 7, Carlos Cano; 30, Antonio Machín; 34, Víctor Jara y Nino Bravo; 75, Ramón García Tuero; 6, Manolo Quirós, y así decenas.

«No te olvides de Antoñita Moreno, que cantabaÉ "Asturias incomparable, Asturias de mi querer, yo no quisiera en la vida dejar de volverte a verÉ" que-y gustaba mucho a tu güelu».

Ésa era del genial don Rafael Moro Collar, al que alguien tendría que poner un monumento, y la cantaba El Presi, a quien, por cierto, el delegado provincial prohibió en 1958 que en la radio se emitiese su canción «El clavel encarnáu»; la de Antoñita era «Hoy de Asturias me despido con el corazón deshechoÉ», y aún no murió, abuela. Cuídate.

Daniel Rodríguez, Radio Gijón COPE.