A. RUBIERA

Miriam García Blanco, Adrián Bermúdez Díaz y Carlos de la Calle Arroyo son tres de los 16 estudiantes asturianos (en su caso gijoneses) que desde hace un mes están «más motivados». Lo dicen ellos y, en algún caso, lo confirma la familia, como la madre de Miriam, Olga Blanco, que sostiene que «ya les podían dar un premio cada semana. Ahora no hay ni que mandarla que se ponga a estudiar. Es sorprendente y, realmente, ha sido una motivación extra para ella. Y para nosotros, sus padres, es un tremendo orgullo».

Los tres alumnos forman parte del grupo de escolares que, con la Secundaria concluida el pasado curso, se han hecho acreedores de los premios que la Fundación Alimerka y la Consejería de Educación patrocinan bajo el lema «Tu meta, nuestro futuro». Los galardones -que entregó el lunes el presidente regional, Vicente Álvarez Areces- se dividen entre los de esfuerzo personal y los de rendimiento académico. En ambos grupos el trabajo que se desarrolla en los centros educativos gijoneses se hecho notar, ya que otra estudiante, Maryeme Ouelji, del IES Emilio Alarcos, logró un accésit por su esfuerzo personal; y en el rendimiento académico, el gijonés Illán García Amor, del IES Calderón, y Daniel Álvarez Rivas, del IES El Piles, también tuvieron premio.

Miriam García tiene 16 años y, desde el lunes, un ordenador portátil que le correspondió por ser una estudiante aplicada y con afán de superación. Asegura que siente «mucha emoción» y que está «encantada» de que hayan tenido en cuenta su sacrifico para sacar adelante sus estudios, porque «a mí me cuesta ponerme; no me resulta tan fácil como a otros, así que yo le dedico mucho tiempo, entre tres o cuatro horas al día», dice. Ahora esas horas se le hacen menos cuesta arriba porque el premio «me anima a seguir mejorando», sostiene esta alumna del Codema. Alfredo García, director de su colegio, reconoce que el galardón es también una recompensa «para todo el profesorado que se esfuerza a diario con los estudiantes, cada uno con sus dificultades».

Adrián Bermúdez, 16 años, alumno de 1.º de Bachillerato del IES Padre Feijoo de La Calzada, logró uno de los premios al rendimiento académico. Con un 9,7 de media en la ESO, no esperaba estar entre los cuatro mejores estudiantes de Asturias en esa etapa. «Pensé que seguro que tenía que haber más mejores que yo», dice Adrián. Pero no había tantos. Sus claves para afrontar el estudio son «atender en clase y repasar a diario. Sé que tengo facilidad y que si entiendo bien lo que se plantea en clase, el resto me resulta más fácil. Aunque eso sí, los exámenes hay que prepararlos siempre». De la Secundaria le queda la sensación de que es una etapa educativa «fácil, aunque yo tampoco le quitaría importancia».

Carlos de la Calle, alumno del Real Instituto Jovellanos, se debate entre el «orgullo del premio» y la pena de no haber arrancado 0,01 puntos, que fue la distancia que le separó del cuarto clasificado en el grupo más selecto de los alumnos con mejor rendimiento académico. Su nota media de la ESO es un 9,3 y con ella ha dado el paso al Bachillerato más exigente, el internacional, que afronta con el «estímulo extra» que lleva implícito su premio. Ese orgullo lo siente también su padre, José Carlos de la Calle, que, sin embargo, reconoce que «el mayor premio al que aspiramos los padres es el que puedan ganarse como personas, no sólo por las notas».