Teté F. BALSEIRO

No hay día de la semana en que los amantes de la sidra disfruten junto con amigos, familiares o compañeros de trabajo de unos buenos «culinos». Y no es para menos, ya que la oferta de locales dedicados en cuerpo y alma a este menester es amplia y de lo más selecta.

Esparcidas por todo Gijón, las sidrerías se han agrupado por barrios, y no hay zona de la villa donde no se encuentre una buena ruta de sidra.

El barrio de El Llano no es diferente a los demás y hoy en día está repleto de locales dedicados al arte del escancie y el buen comer.

Uno de sus establecimientos se caracteriza no sólo por la sidra de Lavandera y Lugones, en breve, contará con otro palo más, sino por sus platos de bacalao. No hay que olvidar que su propietario es nacido en Murça (Portugal) y se ha dedicado a la venta de dicho producto durante veintidós años. Un buenísimo aval a la hora de decantarse por uno u otro plato.

Así pues, el menú de los domingos está dedicado a ese menester, y es frecuente ver servir en las mesas los cachelos a lo portugués, cachelos cocidos y adornados por un pisto de tomate y cebolla con trocitos del rico bacalao. Los sábados, en cambio, el plato estrella es el «cocido montañés», repollo, oreja, lacón y garbanzos, ¡todo un gustazo para el paladar!

La carta tampoco descuida las tapas tradicionales que riegan la planta de la sidrería. Ofrece treinta y cinco mesas de olorosas salsas acompañadas de pescados finos como la lubina, merluza o chopa, sin olvidarse del buen hacer de las carnes a la parrilla. Ésta, previo encargo, tampoco deja de lado la elaboración de parrilladas de marisco o pescado. Y es que el espacio del local puede acoger a infinidad de comensales, ya que cuenta también en su segunda planta con un comedor con veinticinco mesas más. Todo el entorno, su carta y la seguridad del buen hacer de una cocina tradicional, convierten el establecimiento en un lugar de clientela asidua. Ojo, descansan los martes.