Víctor GUILLOT

«Los arquitectos han cambiado su forma de entender la edificación porque tienen que ahorrar energía», asegura María Rosa Heras Celemín, doctora en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid, jefa de la unidad de Eficiencia Energética en la Edificación del CIEMAT, desde donde dirige el proyecto singular estratégico Arfrisol, sobre arquitectura bioclimática y frío solar que tiene por objeto conseguir los mismos niveles de confort térmico con un gasto mínimo de energía convencional. Ayer habló con LA NUEVA ESPAÑA antes de impartir su conferencia en las III Jornadas Jovellanos de Divulgación Científica, en el edificio de la Gota de Leche.

-Parece que no todos los científicos están de acuerdo a la hora de hablar de sostenibilidad.

-No es que lo cuestionamos. Los científicos experimentales hablamos de aquello que medimos. Sólo creemos en unas medidas. La sostenibilidad es una palabra grandilocuente, y muchas de las personas que hablan de ella no saben qué es. Suelo decir que no sé lo que es la sostenibilidad, pero sí que hay un parámetro que se llama energía en la edificación. Luego los políticos y los ideólogos hacen su trabajo, pero eso ya no suele estar refrendado en datos técnicos.

-Pensar en medidas de calentamiento global implica no sólo la incorporación de fuentes energéticas no contaminantes sino de políticas de ahorro energético.

-Cuando se habla de energía en la edificación o eficiencia energética en edificios, partimos de una base: tener más bienestar con menos consumo de energía convencional. Eso implica cambiar el modelo energético, que hoy es muy poco sostenible. La idea es primar el ahorro, sin disminuir los niveles de confort, a partir de los diseños de edificios, la incorporación de energías renovables y la utilización de la energía convencional con carácter subsidiario. Lo que más ahorra son los edificios energéticamente eficientes a partir del diseño arquitectónico y para eso hay que tener en cuenta la orientación del edificio, los elementos que revisten el edificio y su climatología.

-Se supone que este código modificará el desarrollo urbano de las ciudades.

-Se debe hacer y, sin embargo, se diseñan muy pocos planeamientos urbanos desde un punto de vista energético. Tampoco sirve decir que si el planeamiento urbanístico no es suficientemente energético no tiene sentido hacer edificios eficientemente energéticos. Con el planeamiento urbanístico actual se pueden aplicar técnicas naturales de acondicionamiento en los edificios para ahorrar energía en calefacción y refrigeración, y sólo con el diseño arquitectónico. Si se cumplen las dos condiciones, no obstante, será siempre mucho mejor.

-En España, el sol lo tenemos al Sur la mayor parte del día. Sale por el Este y se pone por el Oeste. ¿Cuál es la mejor orientación de los edificios?

-Si orientas el edificio hacia el Sur, habrá mayor eficiencia energética que si lo tienes orientado hacia el Norte. En este caso habrá que aislar mejor el edificio y esto es algo que en España no se hace. En nuestro país se ponen grandes fachadas vidriadas orientadas hacia el Norte, cuando esta orientación nunca recibe sol, de modo que el vidrio lo que hace es, además, perder energía. Esta técnica sólo tiene sentido si la fachada está orientada hacia el Sur.

-Es curioso, porque la fachada vidriada del Muro, en Gijón está orientada hacia el Norte.

-Una fachada vidriada hacia el Norte es derrochar energía, será como tirar barriles de petróleo por la ventana, a no ser que el vidrio sea una doble piel.

-¿Es así. Cuál es el ahorro que pretenden conseguir con el proyecto Arfrisol?

-En el CIEMAT hemos medido edificios bioclimáticos que ya se han construido. Sólo con el diseño eficiente de un edificio se ahorra un sesenta por ciento, y podremos llegar al noventa.