E. M.

Su primera experiencia laboral se remonta a principios del año pasado, cuando firma un contrato de repartidor con la compañía de catering Cocibar. Juan Luis Mora era, a sus 21 años, y en palabras de los que le conocían, «una persona siempre alegre y dispuesta a ayudar». El pasado sábado, una fuerte fiebre le hizo acudir a un centro de salud, donde le remitieron al Hospital de Jove. De allí, fue trasladado a Cabueñes, sin que los médicos supieran diagnosticar su caso. El miércoles falleció, tras una grave complicación de su estado de salud, de una parada cardiorrespiratoria.

Juan Luis Mora, Juanín para amigos y familiares, nació en Gijón en el año 1986. Inició sus estudios en el Colegio del Patronato San José, donde concluyó sus estudios de Bachillerato. «Los libros no eran su fuerte», reconoce Rosana Fernández, compañera de trabajo. Por eso, tras varios cursos de preparación, decidió incorporarse a la plantilla de Cocibar hace ahora algo menos de un año. Así, pretendía colaborar económicamente en el domicilio familiar de la calle San José, donde vivía con su madre, su abuelo materno y sus dos hermanas, Rocío, de casi 18 años, y Ana María, de 11.

En la empresa de distribución de alimentos ocupó uno de los puestos de repartidor. En un principio, realizó la ruta Gijón-Cangas de Onís, para abastecer a residencias y domicilios del oriente asturiano. Actualmente, distribuía productos a los clientes de la zona central de Asturias, más concretamente a los de los concejos de Siero, Llanera y Oviedo. «Era una persona increíble, sin ninguna maldad y siempre alegre», asegura Fernández.

Su abuelo llamó el sábado al propietario de Cocibar para comunicarle que su nieto sufría una fuerte fiebre que le impediría ir a trabajar el domingo. Horas después, el estado de salud de Juan Luis Mora empeoró de forma preocupante. Por eso, su madre decidió trasladarle hasta el Hospital de Jove. Allí, la fiebre que padecía se incrementó, por lo que los facultativos del centro gijonés decidieron su traslado al Hospital de Cabueñes.

Pasados tres días, y sin que los médicos supieran diagnosticar su aparentemente repentina enfermedad, falleció. Al funeral, que tuvo lugar en la parroquia de la Inmaculada, asistieron sus padres, José Luis Mora y María de los Ángeles Paz, además de sus cuatro abuelos y el resto de familia. También acudieron numerosos amigos de la infancia y la juventud y casi toda la plantilla de Cocibar, donde era una persona muy apreciada. Tras las honras fúnebres, sus restos mortales fueron sepultados en el cementerio municipal de Deva, donde descansa en paz.